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PASCUA EN TIEMPOS DE CUARENTENA

Carta de Pascua a todos los cristianos y habitantes de Orellana

 “No tengan miedo”. Jn 6,20.

“La Paz les dejo, Mi Paz les doy” Jn 14,27.

Queridos habitantes de nuestra Provincia y Cantón, Francisco de Orellana.

Hermanas y hermanos de la Iglesia del Vicariato Apostólico de Aguarico

Que la Paz de Cristo Resucitado habite en nuestros corazones, y en nuestras familias en este tiempo de pandemia mundial, en que nos ha visitado la enfermedad y la muerte, disfrazada de este virus invisible y letal que nos obliga a parar todo: los trabajos, los negocios, las actividades grupales y a quedarnos en casa como el mejor remedio para superar esta enfermedad y así no contagiarnos ni contagiar a otros.

Junto a esta tragedia, se suma este otro desastre ambiental, que golpea a nuestros pueblos amazónicos y -sobre todo- a nuestras comunidades indígenas, al haberse derramado hace seis días miles de barriles de petróleo al río Coca y Napo, con el rompimiento de las tres tuberías que transportan el petróleo y el gas contaminando las aguas, matando los peces y destruyendo los sembríos cultivados junto a sus orillas. Un signo de Resurrección es compartir, por eso les invito que guarden algo -ya sea en víveres no perecibles o en dinero- para compartirlo con nuestros hermanos indígenas más necesitados.

Qué difícil es tener serenidad en estos momentos, por ello, necesitamos escuchar a Dios que en medio de estas pruebas nos dice: “No tengan miedo…La Paz les dejo, Mi Paz les doy”.

En medio de este encierro obligado y necesario para todos, llego ahora con este saludo desde nuestra Iglesia particular de Aguarico y me hago presente, trayéndoles en este mensaje el aliento, la esperanza, la paz y la fortaleza que Dios mismo nos brinda en estos momentos, en que todos los seres humanos estamos tristes, llenos de miedo y desalentados -como los discípulos de Emaús- cuando huían de Jerusalén después de que su Maestro había sido crucificado y sepultado y ellos creían que, con su muerte, todo había fracasado. Pero no todo está perdido; Él hizo arder el corazón de sus discípulos y escucharon que Él les decía: “La Paz les dejo, Mi Paz les doy”

No olvidemos que Dios mismo a través de su Hijo Jesucristo viene a nuestro encuentro, en este tiempo de enfermedad y muerte. Él ha vencido el dolor, el miedo y la muerte, al resucitar; pasando así de la muerte a la vida. Jesús resucitado nos dice ahora -como les dijo a sus discípulos-: “No teman”(Jn 6,20). De ahí que, hermanos y hermanas de Orellana, en este tiempo, llenémonos del Encuentro con Cristo Vivo; escuchémoslo, contemplemos su misterio de Amor y entrega a Dios y al prójimo y experimentemos cómo Él quita nuestros miedos, perdona nuestros pecados, fortalece nuestra fe y nos trae su Paz Resucitada para dárnosla a nosotros. Esta Paz no es ausencia de conflictos; es su Paz en medio de nuestros problemas personales y familiares. Ante este momento de Pandemia mundial Él nos invita a sacar lo mejor de nosotros y en medio de este conflicto llevar su Paz a los que están a nuestro lado: “ La Paz les dejo; Mi Paz les doy”

El Señor Resucitado nos pide, en este tiempo de cuarentena, preocuparnos y cuidarnos los unos a los otros -comenzando por la casa-, haciendo de nuestra familia un verdadero hogar donde se viva y se sienta el amor, la paz y la alegría de Dios. Esto supone desterrar de nuestros hogares la violencia, el maltrato verbal y físico. Que al vivir tu misión de padre, de madre, de hijo…, el otro que te mire, que te escuche y que te sienta pueda decir: “veo en esta persona” –veo en mi madre, en mi padre, en mi hermano- a”l mismo Cristo”. Así que, hermanos, en este tiempo difícil y de prueba, no caigamos en la violencia ni en la impaciencia sino que llenémonos de la luz de Cristo Resucitado que siempre nos trae y deja su Paz: “La Paz les dejo; Mi Paz les doy”

El Señor Resucitado espera también que cada persona y cada familia en nuestra ciudad y provincia -entre nuestra vecindad-, tenga los ojos y los oídos bien abiertos para ver y escuchar el clamor de aquellas personas más necesitadas que requieren de nuestra ayuda material, ya sea porque necesitan alimentos, ayuda con una compra, con medicinas o con otras necesidades que estén a nuestro alcance. En los más pobres nos espera Cristo Crucificado-Resucitado para que lo ayudemos en este tiempo de pandemia. Es cierto que no podemos salir de casa por cualquier cosa y de cualquier forma, porque estamos llamados a obedecer el pedido de “Quédate en Casa”, pero es prioritario socorrer a los más necesitados, aún a riesgo de la propia vida, tomando todas las preocupaciones que se requieren. Para ayudar a los demás de manera material hay muchas formas de hacerlo y el Señor nos hace solidarios de manera creativa. Es importante que la limosna que ibas a dar en la Iglesia durante la Semana Santa la repartas o la hagas llegar a alguna persona o familia muy necesitada. También a través de nuestros medios de comunicación digital transmitamos la Paz de Jesús que ya la hemos hecho nuestra: “La Paz les dejo, Mi Paz les doy”

El Señor Resucitado reviva en nosotros el sentimiento de solidaridad y gratitud con esos miles de “héroes anónimos” que están al frente de esta batalla: los médicos, enfermeras, personal sanitario, agentes del orden, periodistas, empleados de locales de productos de primera necesidad, campesinos que cosechan y sacan los productos de la tierra, etc. Mientras nosotros debemos quedarnos en casa, ellos están expuestos en cada una de sus delicadas funciones. Que, con nuestro gesto agradecido y con nuestra oración, podamos transmitirles un “No tengan miedo”. Nuestra oración y solidaridad con las personas y familias que, en todo el mundo, han sido golpeadas por este contagio y, sobre todo, aquéllos que han fallecido, para que el Dueño de la Vida los acoja en su Reino y les devuelva la esperanza y la paz a sus familiares: “Mi Paz les dejo, Mi Paz les doy”

Hoy es Pascua porque Cristo ha Resucitado y vencido a la muerte. Hoy tu casa, tu hogar, está llamado a convertirse en tu templo, en tu Parroquia, en tu Sagrario y así cada familia va a hacer de su casa un lugar de oración y compartir en familia donde se adore a Cristo Resucitado. Este es el momento de hacer grande la Iglesia Doméstica, ese lugar, el más importante donde nos damos la mano unos a otros, donde nos damos amor y nos pedimos perdón cuando nos ofendemos y nos hacemos daño. Ese lugar, tu hogar –el más importante en esta cuarentena-cincuentena- donde estamos llamados a tejer sanas relaciones con Jesús, el Viviente, que nos dice: “La Paz les dejo, Mi Paz les doy”.

Recordemos que, como Iglesia, estamos viviendo el Sínodo de la Amazonía y el Sínodo del Vicariato de Aguarico, ya que “Sínodo” significa “caminar juntos”. Así que, recordemos en esta cuarentena-cincuentena que somos una “Iglesia Amazónica que camina unida”, buscando seguir a Cristo, construyendo esta Iglesia Misionera con Rostro Amazónico, amando, cuidando y respetando a todas las culturas y a la Madre Selva que nos da vida, como lo hicieron nuestros hermanos Alejandro e Inés, quienes -al igual que Cristo- entregaron su vida para que “Todos tengan Vida”.

Queridos Hermanos y hermanas esta cuarentena -y ahora “cincuentena pascual”- no es fácil de vivirla. Por ello pidámosle a Cristo Resucitado que Él sea nuestra Paz y que nos de la Paz, no como la da el mundo sino como la da Él.

¡Feliz Pascua de Resurrección en la Paz que Él nos da!

 

Monseñor Adalberto Jiménez Mendoza. OFMCap.

Vicario Apostólico de Aguarico.

Francisco de Orellana, 12 de abril de 2020.

 

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