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Trabajo de la misión capuchina II

La fundación de la comuna del Edén fue algo más tardía, unos siete años después de haber comenzado el movimiento comunitario en el río Napo (1980). Lo que actualmente es comuna del Edén era una zona deshabitada, Antiguamente había sido un comando militar creado a partir del año de la invasión peruana del 41. El ejército peruano en su avance por el Napo hacia Quito encontró en el Edén (puerto Rodríguez) la primera resistencia organizada de patronos e indígenas  que les hicieron retroceder hasta Huiririma. En Edén estuvo muchos años el comando militar ecuatoriano que luego, después de la firma del tratado de Rio de Janeiro, se trasladó a Tiputini, donde se instaló definitivamente en al aeropuerto e instalaciones dejadas por la compañía petrolera Shell. Anteriormente había existido en el lugar la haciendo Rodríguez hasta que quedó abandonada. En frente está Pañacocha, fundada por la Misión Capuchina (P. Camilo) con nativos venidos de Amarun Mesa y Payamino (Coca). Al amparo de la misión se asentaron también unos pocos mestizos entre ellos las familias Bustos, Astudillo, Delfín y Ñato Rivadeneyra. También era visitada eventualmente por partidas de waoranis. Por miedo a los waorani, en todas las tierras a partir de El Edén-Yuturi hasta Arajuno no había asentamientos Kichwas en esa margen de la ribera del río Napo.

Algunas familias que vivían como peones en la hacienda de Pando en la boca de Tiputini y actual Puerto Miranda, muy estrechas  de tierra y con ganas de tener sus propios territorios, independientes del patrón, se organizaron para buscar tierras libres. Después de algunos viajes para contactar y acordar con la gente de Pañacocha (Ñato Rivadeneira) que alegaban derechos sobre esos territorios, decidieron ubicarse en el lugar. Les pareció tan bello el sitio que le llamaron El Edén. Al primer grupo (Salazar) se agregaron algunas familias de Huiririma (Tapuis), de Santa Rosa de Armenia (Coquinches) y otras familias de Pañacocha (Santis, Andis, Padillas) a los que se fueron agregando nuevos socios para formar el grupo fundacional comunal. Abelardo Vargas que frecuentaba los cursos de catequesis lideró el grupo proveniente de Boca de Tiputini y Huiririma. Pronto consiguieron la personería jurídica y los títulos de propiedad comunitarios.

 

¿Cómo explica el largo y difícil proceso organizativo del Edén?

Todo proceso organizativo y de consolidación no violento de los pueblos y comunas indígenas es duro y de nunca acabar. No hay que hacerse muchas ilusiones: sus territorios, su peculiar organización autónoma frente al sistema dominante y su cultura comunitaria-familista están en la mira. Es precisamente este concepto cultural comunitario (ayllu) el objetivo número uno a ser destruido por los equipos de relaciones comunitarias de las empresas petroleras para dominarlos; para lo que no dudan en emplear todo tipo de desinformación, chantaje y corrupción de comuneros. Destruido este núcleo central, las relaciones entre comunas se atomizan, fagocitándose internamente los ayllus. Pende sobre su tierra y culturas la sentencia de muerte. Desde la conquista española el problema del territorio indígena es un conflicto no resuelto. A sus descendientes se los conoce en la historia amazónica de los pueblos como los eternos caminantes en  “busca de la tierra sin males”. Lo paradójico es que en esta vieja andadura milenaria han encontrado y acumulado tal número de males que la tierra se ha hecho maldita, la tierra se convirtió en mal.

En frente del Edén, al otro lado del río Napo, esta el poblado de Pañacocha, bajando por el lado izquierdo del rio. Pañacocha, geográficamente ocupa un logar equidistante entre Coca y Nuevo Rocafuerte (frontera con el Perú) y es el lugar de parada de las canoas que surcan y bajan el río Napo en un trayecto de 300 kilómetros y de l2 incómodas horas sentados en bancos de madera. Es una parada obligatoria para estirar las piernas, comer, cumplir con las necesidades biológicas y charlar al paso. Por muchos años ha sido, también  un centro de exploración petrolera para toda la zona  norte y sur del oriente amazónico ecuatoriano, con aeropuerto, bodegas y oficinas para las compañías, que ha dejado su impronta de alcoholismo y otras taras en la población. Hay cantinas, tiendas, comedores y dormitorios administrados por unas pocas familias de mestizos que controlan la vida económica, política y social del pueblo. En él funciona la junta parroquial y cuenta, actualmente, con cuartel de policía. El Estado ha creado la ciudad y el colegio del milenio y ha exigido a la gente dispersa del contorno que ocupe las casas prefabricadas. El grueso de los primeros pobladores está compuesto por  nativos naporrunas organizados en comuna que reclaman sus derechos territoriales ancestrales y se resisten a ser vecinos de la ciudad del milenio. Se han encontrado con dificultades de todo tipo para organizarse. Actualmente se les han impuesto fuertes dependencias del gobierno, de trabajo y de deudas en las cantinas y tiendas,  viven del salario ocasional en las petroleras y del cultivo de sus parcelas.

Al establecerse la comuna del Edén algunas familias indígenas de Pañacocha, descontentas por la atosigante dependencia de los mestizos y deseosas de autonomía y tranquilidad,  pasaron al otro lado del río y  engrosaron el número de los comuneros. Fue el origen  de la rivalidad entre las dos comunas. El Edén mantuvo su independencia frente a las autoridades civiles parroquiales mestizas de Pañacocha, que les acusaron de comunistas e invasores y les culparon por el asesinato de un anciano mestizo que murió por ahogamiento en el río cuando regresaba a su casa después de una reunión en la tenencia política y cruzaba el río solo en su canoa a remo en medio de una gran tormenta de olas y lluvia. Por este hecho apresaron a 6 socios de la comuna, entre ellos al anciano sabio Domingo Tapuy y al dirigente comunitario Abelardo Vargas. Después de pasar por varias cárceles (Shushufindi, Lago Agrio y Coca) se logró demostrar la ilegalidad de la prisión y su inocencia por falta de pruebas y se les concedió la libertad. Sin  embargo el veredicto de libertad nunca ha sido aceptado por los mestizos de Pañacocha.

Por ese tiempo se agudizaron las tensiones con enfrentamientos armados  por conflictos de tierras entre colonos y comunas en la zona de Descanso y Huamayacu. Con patrocinio del IERAC se formó una nueva organización de colonos y nativos llamada ONRACP (Organización de Nativos de la Región Amazónica Centro Pañacocha) de la que Pañacocha era socia y sede. La organización, sin pies ni cabeza, no prosperó y la rivalidad se tornó más aguda por la creación en El Edén del colegio particular “mushuk inti” que después se hizo nacional, un centro de salud y otros proyectos (piladora de arroz y café) apoyados directamente por el Vicariato y atendidos por muchos años por los padres misioneros José Luis, Javier y  Miguel Sansebastián.

La comuna del Edén mantuvo una larga oposición y forcejeo contra la entrada de la petrolera  en su territorio que duró, con altibajos de resistencia, varios años. Se hacían visitas mensuales según el programa pastoral de atención a las comunidades. Por eso acompañé a la comunidad en todo este largo proceso que me deprimió y me hizo saborear la derrota, conocer las artimañas de corrupción y ser testigo de la estafa e impunidad de las petroleras.  La comunidad resistió lo que pudo, sometida a un acoso diario de visitas de los relacionadores comunitarios de la compañía, a paquetes de maravillosas promesas propias “del paraíso petrolero Edén”, jugosas presiones económicas y amenazas de presencia de militares. Se pidió la colaboración de un buen abogado que presentó juicio a la petrolera y lo ganó, pero la compañía después de una fuerte oferta económica y la elaboración del mejor proyecto petrolero realizado hasta entonces, venció la resistencia de la comuna y firmó el convenio, dejando de lado al abogado. También lograron enemistarme con la comuna y cambiaron la fecha de servicio religioso para que no coincidiera con el día de la reunión comunitaria con la compañía, Una vez que entró a operar la compañía petrolera Oxi  construyó un puerto petrolero y  firmó  varios proyectos de desarrollo que dieron gran autonomía económica y movilidad a la comuna.

Además debido a una nueva estructuración de provincias civiles y parroquiales en la amazonia, el Edén adquirió el rango de parroquia dependiente de la provincia de Orellana, mientras que Pañacocha  pasó a depender, como antigua parroquia, de la nueva provincia de Sucumbíos, pero siguió manejada por las intrigas de los mestizos y problematizada por los intereses de la petrolera  y las instituciones de los nuevos gobiernos seccionales que buscaban la entrada al lugar de la carretera Shushufindi-Pañacocha y ambicionaban sus tierras (títulos individuales). En la actualidad la creación en Pañacocha de la ciudad y una unidad educativa del milenio está manteniendo la discordia y agudizando la problemática de los intereses particulares sobre la tierra.

La experiencia de convivencia y de lucha cultural de baja intensidad con la petrolera, viene desde muy lejos. Mediante acuerdo ministerial de Octubre de 1997 ilegalmente se declararon de utilidad pública, tres lotes de terreno de la comuna. Los territorios ancestrales son indivisibles. Inalienables, intransferibles e inembargables dicen la Constitución y las leyes internacionales (OIT). Ya en el año 1996 se había suscrito un primer convenio por el que la comuna autorizaba el ingreso de trabajadores de la compañía a sus tierras para realizar ciertos estudios de suelos a cambio de una simple compensación. La comuna es propietaria de un territorio de 24.052 hectáreas, dentro de los que se ubicó el bloque petrolero  15, explotado ahora por petroamazonas EP.  Desde aquel convenio con la petrolera OXI “los comuneros no pueden oponerse a las actividades petroleras en su territorio” (según  interpretación de la petrolera y del Estado). Este inciso marca el fin de la vida placentera de la comuna del Edén. Por otra parte es uno de los muchos convenios y de decenas de proyectos y contratos que la comuna ha firmado con las petroleras. La mayoría de ellos nunca se han cumplido por parte de las empresas.

Entre lo que firmaron sin entender, ni conocer su gravísimo alcance, está lo siguiente: “Construcción de un relleno sanitario de 10 hectáreas,  área donde se pondrán los “desechos orgánicos e inorgánicos” de la operación para evitar la contaminación de la zona de trabajo, superficie que se encuentra dentro de las 200 hectáreas, materia de este contrato” ¿Se trata de productos inorgánicos radiactivos y cancerígenos? Además, se calcula que el número total de plataformas de perforación, de una extensión de 4 hectáreas cada una, sería de 10 incluyendo la plataforma, ya construida de Edén-Yuturi, para evitar los daños en la tierra comunitaria. ¡Hasta el día de hoy se han abierto tantas que la comuna ha dejado de contarlas! Son decenas de plataformas y construcciones de facilidades petroleras con sus respectivas carreteras de acceso, realizadas fuera de convenio que han dejado cuadriculada las tierras de la comuna, mermando los espacios de cacería, destruyendo la fauna y la flora y estrangulando el proyecto turístico de la comuna. Además de los varios derrames de crudo que han contaminado esteros y pantanos y que han sido negados sistemáticamente por la compañía. El primer convenio se firmó con la compañía OXI y los restantes con las estatales Petroproducción y ahora con  Petroamazonas y sus respectivas compañías subsidiarias de servicios petroleros y terciarizadoras. Al mismo tiempo Petroamazonas asumía todas las obligaciones anteriores y pasivos pendientes firmados con la comuna desde el principio.

En la comuna del Edén  están cada vez más presentes el silencio, la desconfianza y las amenazas. Los visitantes se admiran de los patrullajes que realizan los militares en conjunto con los relacionadores comunitarios de las petroleras que los pesquisan y los paran “para protegerlos” en todo momento y proteger también a la compañía de los violentos comuneros. Más bien los consideran testigos incómodos de sus ilegalidades y no los quieren allí ni a ellos ni a los indígenas. Según convenio suscrito entre el gobierno y la petrolera en el año 2002, la empresa OXI construyó, instaló y equipó un destacamento militar de 400 m2 en la comunidad del Edén, aunque la Constitución habla de la no intervención militar de las FFAA en territorios indígenas (Art. 57, 20). Las comunas son autónomas y tienen normas culturales y de desarrollo que deben ser respetadas por el Estado y sus instituciones. Pareciera que el objetivo de estas conductas ilegales, inciviles y anómalas es causar miedo,  aterrorizar a la población y tenerla dependiente y sumisa.

Achakaspi

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Mayo 30, 2016

 

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