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Comuna kichwa “El Edén” - Protestas en serie

 

Así estaba anunciado desde la primera de las protestas del día 5 de Noviembre del 2015 realizada por la comuna kichwa del Edén contra las compañías petroleras que operan en sus territorios titulados. Solo se realizaron 4 protestas.

La oposición amenazante de las autoridades presentes el día 13 del mismo mes, alcaldesa y gobernadora, las retaliaciones anunciadas por las empresas a los dirigentes, trabajadores y a los supuestos socios estratégicos a quienes advirtieron: “ya sabemos quiénes están detrás”; el patrullaje ocasional realizado por los militares junto a los relacionadores comunitarios de las compañías y la descoordinación con las comunidades vecinas enfriaron el primer grito y apagaron el entusiasmo revolucionario. Entre tanto se han cambiado las autoridades comunales. Hasta la Yolanda se asustó y se ha callado después de su valiente intervención en la televisión del Coca.

Ahora los recientemente elegidos miembros del cabildo guardan silencio. “La callada por respuesta” es una de las estrategias de la lucha de resistencia cultural. Si no callamos hay mil maneras de hacernos callar. El pueblo naporuna tiene la experiencia de que callando sobrevive: “Es mejor decir aquí corrió un cobarde que aquí murió un valiente” dice la sabiduría popular.

La experiencia de convivencia y de lucha cultural de baja intensidad con la petrolera viene desde muy lejos en esta comuna. Mediante acuerdo ministerial de Octubre de 1998, ilegalmente se declaran de utilidad pública tres lotes de terreno de la comunidad: uno para la plataforma del pozo Edén 1 y los otros para campamento, puerto y vía de acceso a la plataforma. Ya en agosto del año 1996 se había suscrito un primer convenio por el que la comuna autoriza el ingreso de trabajadores de la compañía a sus predios para ejecutar ciertos estudios del suelo a cambio de una simple indemnización. Previamente se había dado una recia oposición de parte de los comuneros que duró varios años.

La comuna es propietaria de un territorio de 21.052 hectáreas adjudicadas por el IERAC en 1989, dentro de las que se halla el bloque petrolero 15, ahora explotado por PETROAMAZONAS EP.

Desde aquel convenio “los comuneros no pueden oponerse a las actividades hidrocarburíferas en su territorio”. Este fue el principio del fin de la vida placentera de la comuna del Edén. Es uno de los muchos convenios y docenas de proyectos y contratos que se han firmado con las petroleras. La mayoría de ellos incumplidos por parte de las empresas extractoras de petróleo. Entre lo que se firmó sin saber está lo siguiente: “Construcción de un relleno sanitario de 10 hectáreas, ¡área donde se pondrán los desechos orgánicos e inorgánicos de la operación, para evitar la contaminación de la zona de trabajo, superficie que se encuentra dentro de las 200 hectáreas materia de este contrato!”. “Se calcula que el número total de plataformas de perforación, cuya extensión es de 4 hectáreas cada una, será de 10, incluyendo en ellas la plataforma Edén-Yuturi 1…” ¡Hasta el día de hoy han construido tantas que la comuna ha dejado de contarlas!: son decenas, cada una con su respectiva carretera que ha dejado cuadriculada la tierra de la comunidad, mermados los espacios de cacería y estrangulado el proyecto turístico. El primer convenio se firmó con OXY y los restantes con PETROPRODUCCIÓN, PETROAMAZONAS después de la declaratoria de nulidad con OXY en el 2008 y con sus respectivas compañías subsidiarias de servicios y terciarizadoras, a la vez que Petroamazonas asumía todas sus obligaciones con la comuna.

En la comuna del Edén están cada vez más presentes el silencio, la desconfianza y las amenazas. Los visitantes y amigos externos se admiran de los patrullajes de militares y relacionadores comunitarios de las petroleras con los que se cruzan en las carreteras petroleras, los pesquisan y los paran “para protegerlos y proteger a las compañías”, dicen. Más bien los consideran testigos incómodos de sus ilegalidades y no los quieren allí ni a ellos ni a los indígenas. Según convenio suscrito el año 2002 la empresa petrolera construyó, instaló y equipó un destacamento militar de 400 m2 en la comunidad del Edén, aunque la Constitución habla de la no intervención de las FF.AA en territorios indígenas (Art 57, 20).

De poco sirve el que los visitantes hayan sido invitados por la comunidad a sus casas, a alguna actividad formativa o a visitar sus tierras comunitarias tituladas que tienen normas culturales y de desarrollo autónomas que se deben cumplir. Pareciera que el objetivo es causar terror o miedo. Los relacionadores comunitarios de las empresas y las autoridades invitadas por ellos se oponen y hacen callar en las asambleas los reclamos legales de sueldos no pagados, la situación injusta de meses de trabajo impagos, despidos intempestivos, compra de conciencias de compañeros, favores a algunos comuneros que les dividen y presencia de militares en las sesiones. Se vive en un equilibrio delicado que puede romperse en cualquier momento. Tener la confianza de la comunidad es crucial para impedir que las tensiones hagan estallar la bomba activada por todas estas intromisiones y conflictos provocados.

Pero tuvieron que reclamar una vez más sus derechos. En el comunicado de la comuna del día 5 se decía: “La comuna kichwa del Edén, hoy a las 5 am. ha iniciado protestas pacíficas en reclamo del cumplimiento de convenios, haberes y derechos a la empresa petrolera pública PETROAMAZONAS y a sus empresas contratistas SEPEGA, CPP Y CVA que trabajan en los bloques petroleros ubicados en la comunidad de El Edén”. “Hasta el presente no ha habido respuesta de las empresas, aunque algunos se ha acercado a conversar con amenazas. Adeudan a la comunidad más de $ 77.000, llevan 7 meses sin pagar a sus trabajadores, además del incumplimiento de los convenios de compensación socio-económicos firmados con Petroamazonas y el firmado con Occidental el año 2012 aún no cumplido en su totalidad. La comunidad quiere revisar los despidos y desvinculaciones masivas que se van dando de comuneros a pretexto de la crisis”.

 “Qué importan estas comunidades cuando hay miles de pobres que no tienen cómo vivir y la economía del estado no recibe ningún dólar del petróleo” es el slogan del gobierno. Los relacionadores comunitarios se pasan de patriotas: “Estamos en crisis petrolera, el petróleo ha bajado de precio y uds. comprendan que les rebajen los sueldos y reduzcan trabajadores. Apoyen, así como el gobierno les apoya en tantas cosas”. “Todos debemos arrimar el hombro”. A los dirigentes se les hace difícil contestar. Se necesita tino para proteger a la gente sencilla y timorata de la comunidad y explicarles convincentemente, viviendo entre mensajes de intimidación y amenazas continuas de perder el trabajo y el sueldo que necesitan ¿Cómo explicar a los socios que los terroristas y saboteadores no son ellos? Estas malas gentes mencionadas más se parecen a los doctores, sociólogos, relacionadores comunitarios, gobernadores y militares que defienden las injusticias de las petroleras y el no pago de sueldos ¿Cuándo uno de esos señores ha sido acusado de terrorista por atropellar a la comunidad en sus derechos o dejar impagos por meses a sus trabajadores? ¿Cuál de las compañías de servicios petroleros que operan en nombre de la comunidad, que los han estafado usando sus propios botes, camionetas, canoas y enriquecido a su costa ha sido enjuiciada por sabotaje? Las comunidades, aunque pueden hacerlo y se les dice, no se organizan empresarialmente, pues encuentran tantas dificultades y tales incertidumbres que les resulta menos complicado el uso del nombre de otras empresas de servicios que tienen legalizada su operación con la petrolera: cuentan con personería jurídica y tienen su servicio de rentas internas al día. La compañía factura para sus contratistas de servicios y las contratistas trabajan con los botes, camionetas y, aun trabajadores de la comunidad por precios ridículos: si la contratista cobra de la empresa petrolera 18.000 por bote al mes, esta le paga a la comunidad 8.000. Además la comunidad debe correr con los gatos de accidentes, reparación en las mecánicas, compra de repuestos y nuevos motores, sueldos de motorista, puntero y enganchador. Las comunidades se encuentran impotentes ante ello. Todo se hace de buena fe, temen denunciar pues se mueven en un entorno de ilegalidad y quieren ganar dinero fácil. En cualquier caso sobre ellos cae la culpa, por lo que intentan pasar invisivilizados entre la sociedad. La ley y las autoridades miran a otra parte. El laberinto en el que han caído pasa por la estafa, la impunidad y la imputabilidad que planean sobre las comunidades como voraces bandadas de gallinazos que se han multiplicado al amparo de las petroleras y bufetes de abogados, atraídos por la plata de las compensaciones comunitarias y los sueldos ahorrados de los trabajadores.

Además las empresas, al sacar el petróleo destrozan sus árboles centenarios, contaminan el agua de sus ríos y quebradas, desaparecen los animales y una gran variedad de plantas desconocidas. A pesar de la flamante brigada de biólogos y nativos montada por la petrolera que se esmera en salvar animalitos de la saña de los tractores y excavadoras que abren zanjas, entierran tubos de petróleo y ponen alcantarillas por doquier, vano es el empeño. Es una operación barroca de riplay, de la misma categoría que la empleada en el “sendero ecológico” para salvar la ecología y los animales arbóreos y terrestres del Parque Nacional Yasuní en los bloques 31 y 43. Estas descabelladas y costosas operaciones muestran la evidencia del fracaso del boom petrolero y de los planes de salvataje de todos los pobres del Ecuador y de la colonización de la amazonia.

¿Se conseguirá salir airoso de estas situaciones que solo buscan destruir el derecho a la resistencia, a la autonomía de los territorios ancestrales, a la legalidad y a la interculturalidad?

¿Se está provocando la caza del indio? Una práctica ininterrumpida en la amazonia desde los tiempos en que Orellana bajara por las aguas del río Napo y se matara a Jumandi y a los caciques rebeldes. A los dirigentes les queda lo más difícil: amortiguar el choque de la confrontación con el mundo de la tecnología y economía occidental por una parte, y convivir con la apisonadora de la petrolera que se ha consolidado en el Edén y que cada vez se complica más, debilitando la resistencia y la conciencia cultural de la gente. Toda la desconfianza y dudas de los primeros contactos con la petrolera se han convertido en admiración, envidia, deseo y ambición hacia la empresa de la que obtienen el dinero para comprar motos, teléfonos móviles, televisores, cosméticos, ropa a la moda y alcohol.

Nuestros conceptos de adaptación, reflexión, espera y paciencia, para los jóvenes indígenas son experiencias inmediatas y mágicas de la cultura mestiza. Se quiere probar, ser expertos y tener el gusto de quedarse con todo. Es una afección psico-somática que se impone y les enferma. Es difícil explicar, se hace más fácil y hay más disfrute en experimentar lo incomprensible. En este empeño se han perdido los caminos de la antigua sabiduría: los valores culturales. Todo en la comunidad tiene alguna referencia al Coca, la ciudad de los blancos

¿Hay algún tramo del camino, algún tiempo para transitar, para crecer juntos?

¿Que sirva de filtro entre los dos mundos y cree condiciones para podernos encontrar y respetarnos?

Un “trato” de amor, decía Santa Teresa de Jesús. 150 kilómetros de navegación por el río Napo en una lancha rápida, 3 horas de reloj a 50 KH y un día en la ciudad de los blancos con sus cantinas, supermercados y luces, dicen los jóvenes.

ACHAKASPI 170399901-9

10 de Enero, 2016

 

 

 

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