La Espiritualidad Misionera a luz
del Documento de Aparecida
P. Moacir Goulart de Figueredo, msc
“Recibir la Buena Nueva de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios es una forma de recobrar el valor y la audacia apostólicos” (DA 552).
La espiritualidad nos coloca en el camino del Maestro. Estar empapado de su vida es la mejor forma de vivir como auténticos discípulos. En este sentido el Documento de Aparecida es muy claro cuanto a la necesidad de formar nuevos discípulos cimentados en la espiritualidad de la acción misionera de Jesús de Nazaret. Miremos el Documento:
“Es necesario formar a los discípulos en una espiritualidad de la acción misionera, que se basa en la docilidad al impulso del Espíritu, a su potencia de vida que moviliza y transfigura todas las dimensiones de la existencia (…) El discípulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del Espíritu, aprende a expresarlo en el trabajo, en el dialogo, en el servicio en la misión cotidiana” (DA 284).
1 – Bases para una espiritualidad misionera:
Miremos a tres bases fundamentales para la espiritualidad de la acción misionera según el Documento de Aparecida (DA). El punto de partida es esta necesidad de un nuevo período de evangelización. Del debilitamiento de la vida cristiana como menciona el DA , nace la preocupación de vivir en estado de misión (DA 551). Quien entra en este proceso de una misión permanente debe tener en claro los horizontes de la misión. Miremos a cada uno de estos tres aspectos:
A) El nuevo período evangelizador: Este tiempo nos hace acordar que la Iglesia existe para la misión. Su esencia y naturaleza es ser misionera (AG 2). Por esto, en este contexto somos todos convocados a desarrollar una espiritualidad que se fundamenta en la urgencia de la acción misionera. Llegó el momento que todos los cristianos beben hacer una opción radical por la misión. Es hora de los cristianos se preguntaren: ¿qué estoy haciendo a partir de mi comunidad para que ella tenga una opción radicalmente misionera? ¿Cómo estoy me alimentado espiritualmente para ser hoy discípulo misionero que el mundo y la Iglesia necesitan?
B) El vivir en estado permanente de misión: Para abrazar un estado permanente de misión, debemos nos concientizar que la espiritualidad misionera crea en los discípulos una profunda convicción de que somos enviados. La Misión Continental espera de nosotros discípulos bien preparados en el encuentro con el Maestro. ¿Qué es la Misión Continental? Es una actualización del mandato originario del Señor a sus discípulos; en el hunde sus raíces. Responde, pues, a la naturaleza esencialmente misionera de la Iglesia, la cual debe actualizar la oferta salvífica de Jesús a una humanidad profundamente necesitada de dicha salvación. ¿Cómo estoy me preparando espiritualmente para actuar en la Misión Continental?
C) Los nuevos horizontes de la misión: Un de los nuevos horizontes de la misión apuntan para una cierta tendencia a priorizar las estructuras de muerte en la sociedad como siendo novedad. Las estructuras de muerte contrastan con el proyecto salvífico del Padre. La Historia siempre se constituye en un lugar teológico para que la misión de los discípulos hoy sea una opción por la vida como denuncia a las estructuras de muerte de la sociedad. Solo con una espiritualidad sólidamente centrada, configurada en Jesucristo se puede confrontar con las estructuras de muerte. El DA nos incentiva a responder a este horizonte con una cultura comprometida con la vida. Miremos:
“Las condiciones de vida de muchos abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y su dolor, contradicen este proyecto del padre e interpelan a los creyentes a un mayor compromiso a favor de la cultura de la vida. El Reino de vida que Cristo vino a traer es incompatible con esas situaciones inhumanas. Se pretendemos cerrar los ojos ante estas realidades no somos defensores de la vida del Reino y nos situamos en el camino de la muerte (…). Tanto la preocupación por desarrollar estructuras más justas como por transmitir los valores sociales del Evangelio, se sitúan en este contexto de servicio fraterno a la vida digna” (DA 385).
La espiritualidad misionera es una fuerza que ayuda a los discípulos misioneros a si posicionar frente a las estructuras de muerte con la opción por la vida, así con lo hizo Jesucristo. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). Esta vida debe desarrollarse en plenitud de la existencia humana, en sus dimensiones personal, familiar, social y cultural. Por esto los discípulos que cultivan una espiritualidad con opción por la vida son capaces de promover en medio del mundo las actitudes de Jesús. Así nos invita Aparecida:
“Promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo, convencidos de que no tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio - ¡su servicio! – que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones (DA 14).
Delante de este horizonte de la misión, ¿Cómo promover una espiritualidad que tenga por bases la opción por la vida? ¿Qué significa tener “vida plena” en Cristo?
2 - Exigencias de la espiritualidad misionera:
La exigencia de una espiritualidad misionera atiende al despertar de la Iglesia, que quiere acreditar a los nuevos discípulos misioneros como verdaderos seguidores de Jesucristo. Ella es la base para un verdadero testimonio evangélico en medio de la humanidad. Somos llamados a solidificar una espiritualidad misionera que sea expresión de la acción transformadora del Espíritu Santo. El misionero de hoy deberá ser un verdadero místico o no logrará dar testimonio de Jesús resucitado. Para responder a las exigencias de la realidad del mundo actual deberá estar equipado de una espiritualidad que nace del encuentro diario con Dios.
A) Fundada en Jesucristo: El documento de Aparecida no tenía por objetivo trazar un plan de espiritualidad misionera o dar definiciones sobre este tema. Mismo así es bueno mirar para lo que entendemos por espiritualidad misionera para seguir confrontando con la propuesta de Aparecida. Lo que nos aproxima del proyecto de Aparecida es la necesidad de discípulos misioneros que cultiven una espiritualidad que sea verdadero encuentro con Jesús. Que esté fundamentada en la vida de Jesucristo. Lo que resulta de este encuentro es un conjunto de convicciones motivadas por la fe en su acción, que lleva al cristiano a nuevas actitudes, transformándose en discípulo misionero. La espiritualidad misionera según Aparecida es proporcionada por el encuentro que deja el cristiano apasionado por su Maestro. Podemos aun decir que toda espiritualidad está cimentada en la fe, orientada por la esperanza y consumada en el amor. En este sentido podemos citar el documento de Aparecida que dice:
“Reconocemos que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DA 12). Esta “orientación decisiva” que se construye en el encuentro personal y diario con Cristo es lo que hace del discípulo misionero una persona motivada y enviada al mundo para dar continuidad a la misión del Maestro.
Para nos mantener consciente de la necesidad del encuentro con Cristo, Misionero del Padre podemos realizar un listado de nuestras convicciones y motivaciones de fe, en las opciones que hacemos, en las actitudes que tomamos, en nuestra forma de ser hoy discípulos y misioneros. ¿Cuáles de ellas son provenientes de un encuentro diario con Cristo? ¿Cuáles de ellas son testimonio de vida de otros cristianos que invitan a un cambio de vida? ¿Conoce algún misionero(a) que influenció tu vida para seguir a Jesucristo? ¿Qué señales de espiritualidad misionera o virtudes acuerda en esta persona que puede decir que estaba en un encuentro diario y permanente con Cristo?
B) Una vida de santidad: La realidad de la sociedad actual exige una espiritualidad que sea un verdadero encuentro diario con Jesucristo. Otra exigencia que es fruto del este encuentro diario es la vida de santidad. Claro que de un encuentro apasionante con Jesucristo va nacer signos de santidad. La Iglesia sabe que es del testimonio de santidad de sus misioneros que nacerá otros discípulos misioneros. Por esto propone en la Evangelii Nuntiandi:
“Es necesario que nuestro celo evangelizador brote de una verdadera santidad de vida y que la predicación, alimentada con la oración y sobre todo con el amor a la Eucaristía, redunde en mayor santidad de vida del predicador. El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, desapego de sí mismos y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de nuestro tiempo” (EN 76).
¿Soy un discípulo misionero que busco una vida de santidad? ¿Qué signos de los demás pueden ver en mis palabras y predicaciones? ¿Cómo seguir buscando la santidad por medio de la acción misionera?
C) El Espíritu Santo: Para llegar a una verdadera santidad por la acción misionera es necesario desarrollar la convicción de que la Misión es de Dios, su Misionero es Jesucristo y el Protagonista de la misión es el Espíritu Santo. Los discípulos y misioneros de hoy que son llamados a continuar la misión de Jesús, según la convocatoria de Aparecida, por su espiritualidad aumentan su entusiasmo cuando están en la comunión del Espíritu Santo. Sin la acción y el Protagonismo del Espíritu Santo no hay misión hoy. La exigencia entonces es: dejarse guiar por la acción y por el Protagonismo del Espíritu Santo. Por esto podemos nos cuestionar para retomar el camino de comunión con el Protagonista de la misión: En mis planes misioneros, ¿qué lugar ocupa la acción del Espíritu Santo? ¿Cómo fortalecer la humildad pastoral para que la acción no sea solo mía y si acción del Espíritu Santo?
3 - Características del misionero:
La espiritualidad misionera marcada por el encuentro con Jesucristo, por la apertura a la acción del Espíritu Santo, deja trasparecer en el misionero algunas características que son necesarias para el anuncio del evangelio hoy. Miremos a seguir tres de estas características:
A) Fidelidad a la acción del Espíritu Santo: El misionero para llevar a cabo la misión que ha recibido está llamado a ser fiel a lo que el Espíritu Santo lo propone. Fortalecido por los dones del Espíritu Santo el misionero puede discernir los signos del tiempo para actuar con fidelidad a la acción del Protagonista de la misión. De la fidelidad al Espíritu Santo nace la capacidad de auscultar y interpretar los que el propio Espíritu está proponiendo a la Iglesia hoy por medios de los signos del tiempo. Según la Redentor Missio, “el Espíritu transformará a los misioneros en testigos valientes de Cristo y preclaros anunciadores de su palabra; y los irá conduciendo por los caminos arduos y nuevos de la misión” (RM 87).
B) Corazón universal: Otra característica de quién se deja guiar por la acción del Espíritu Santo es la visión universal del Reino y su disposición para pensar la misión con un corazón universal. Todo cristiano debe cultivar esta visión universal, pero, de modo especial, aquellos que fueron llamados para la misión. Por la espiritualidad desarrolla un sentido de comunión que se mantiene por la unidad, de fraternidad y de solidaridad. Logran estar siempre mirando para más allá de sus propias fronteras.
C) Parresia: esta palabra que tiene origen en el griego tiene mucho para decir a los misioneros de hoy que se fundamentan en el encuentro con el Maestro y en el Protagonismo del Espírito Santo. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles ella significa: entusiasmo incontenible, valentía, libertad, paciencia, alegría, optimismo, creatividad, osadía. Miremos algunos ejemplos: “No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20). “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (5,29) “Saulo predicó con valentía” (9,28) “Predicaban sin miedo” (14,3). “Salieron del Sanedrín muy gozosos por haber sido considerados dignos de sufrir por el Nombre de Jesús” (5,41). Aparecida pide a los misioneros de hoy este mismo espíritu. Miremos:
El ardor misionero: “La maduración en el seguimiento de Jesús y la pasión por anunciarlo requiere que la Iglesia particular se renueve constantemente en su vida y ardor misionero. Solo así puede ser, para todos los bautizados, casa y escuela de comunión, de participación y solidaridad. En su realidad social concreta, el discípulo hace la experiencia del encuentro con Jesucristo vivo, madura su vocación cristiana, descubre la riqueza y la gracia de ser misionero y anuncia la Palabra con alegría” (DA 167).
El optimismo y la esperanza: “Conservamos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar con lagrimas. Hagámoslo con ímpetu interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir. Sea ésta la mayor alegría de nuestras vidas entregadas” (DA 17).
La audacia y la creatividad: “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales” (DA 11). “dicha misión supone y exige una sólida espiritualidad de la acción misionera” (DA 284).
4 – La Espiritualidad para ser discípulo misionero
El documento de Aparecida propone cinco pasos para apropiarse de la espiritualidad misionera. Miremos:
A) El encuentro: “El encuentro con Cristo debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del Kerygma y la acción misionera de la comunidad. El Kerigma no solo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el Kerigma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad” (DA 278a).
B) La Conversión, Convergir, dejar fluir desde adentro un el encuentro con Cristo. “La conversión personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias” (Ap 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta” (DA 366).
“La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posible que “el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial” con nuevo ardor misionero, haciendo que la iglesia se manifieste como madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” (DA 370).
C) El discipulado: “El discípulo fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él salva” (cf Hch 4,12) (DA 146).
D) La comunión y “La vocación al discipulado misionero es vocación a la comunión en la Iglesia. No hay discipulado sin comunión” (DA 156).
E) La misión: “El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios” (DA 278e).
El Documento de Aparecida nos despierta para una espiritualidad que permita los discípulos y misioneros de hoy anunciar a Jesucristo con valentía, libertad, confianza, optimismo incontenible. En una palabra, la espiritualidad misionera genera en los discípulos y misioneros la parresía. Con este fruto de la espiritualidad misionera nadie detiene a los discípulos y misioneros de la Buena Nueva hoy.
PARA CONVERSAR:
Para nos mantener consciente de la necesidad del encuentro con Cristo, Misionero del Padre podemos realizar un listado de nuestras convicciones y motivaciones de fe, en las opciones que hacemos, en las actitudes que tomamos, en nuestra forma de ser hoy discípulos y misioneros. ¿Cuáles de ellas son provenientes de un encuentro diario con Cristo? ¿Cuáles de ellas son testimonio de vida de otros cristianos que invitan a un cambio de vida? ¿Conoce algún misionero(a) que influenció tu vida para seguir a Jesucristo? ¿Qué señales de espiritualidad misionera o virtudes acuerda en esta persona que puede decir que estaba en un encuentro diario y permanente con Cristo?