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Discurso del Papa sobre Don Mazzolari

 

«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Me han aconsejado que cortase un poco este discurso, porque es algo largo. Traté de hacerlo, pero no pude. Hay tantas cosas que venían, de aquí y allí, … Pero, ¡tened paciencia! Porque no quiero dejar de decir todo lo que quiero decir, de don Primo Mazzolari.

Soy peregrino aquí en Bozzolo y luego en  Barbiana, siguiendo las huellas  de dos párrocos que han dejado una estela de luz, aunque sea “incómoda” en su servicio al Señor y al pueblo de Dios. He dicho muchas veces que los párrocos son la fuerza de la Iglesia en Italia, y lo repito. Cuando son los rostros  de un clero no clerical, como fue este hombre,  dan vida a un verdadero y propio “magisterio de los  párrocos”, que hace tanto bien a todos. Don Primo Mazzolari ha sido llamado “el párroco de Italia”; y Juan XXIII  lo aclamaba como “la tromba del Espíritu Santo en la Baja Padania” .

Creo que la personalidad sacerdotal de Don Primo no es una excepción singular, sino un espléndido fruto de vuestras comunidades, aunque no siempre haya sido comprendido y apreciado. Como el beato Pablo VI dijo: “Caminaba hacia adelante con un paso demasiado largo  y muchas veces no podíamos  ir detrás de él. Y así sufrió él,  y sufrimos también nosotros. Es el  destino de los profetas “(Saludo a los peregrinos de Bozzolo y Cicognara, 1 de mayo, 1970). Su formación es hija de la rica tradición cristiana de esta tierra paduana, lombarda, cremonesa. En su juventud  le llamó la atención  la figura del gran obispo Geremia Bonomelli,  protagonista del catolicismo social, pionero de la pastoral de los migrantes.

No es mi tarea contar  o analizar la obra de Don Primo. Agradezco a quienes a lo largo de los años se han dedicado a ello. Yo prefiero meditar con vosotros – especialmente con mis hermanos sacerdotes que están aquí y también con los de toda Italia: este fue el “párroco de Italia” – meditar sobre la actualidad de su mensaje, que sitúo simbólicamente en tres escenarios que  todos los días llenaban sus ojos y su corazón: el río, la granja y la llanura.

1) El río es una imagen magnífica, que pertenece a mi experiencia, y también a la vuestra. Don Primo desempeñó su ministerio a lo largo de los ríos,  símbolos de la primacía  y de la potencia de la gracia de Dios que fluye continuamente hacia el mundo. Su palabra, predicada o escrita, sacaba su pensamiento claro y su fuerza persuasiva de la fuente de la Palabra de Dios vivo, del Evangelio meditado y orado, reencontrado  en el Crucificado y en los hombres,  celebrado en gestos sacramentales no reducidos a mero ritual. Don Mazzolari, párroco de  Cicognara y de Bozzolo, no se reparó  del río de la vida, del sufrimiento de su gente, que lo plasmó  como pastor franco y exigente, primero consigo mismo. A lo largo del río aprendía cada día a recibir el don de la verdad y del amor, para hacerse portador  fuerte y generoso.

Predicando  a los seminaristas de Cremona, recordaba: ” Ser un” repetidor “es nuestra fuerza. […] Pero, entre un repetidor muerto, un altavoz y un repetidor  vivo, hay una diferencia.  El sacerdote es un repetidor, pero este repetir suyo no debe ser sin alma, pasivo, sin cordialidad . Al lado de la verdad que repito, tiene que  haber, tengo que poner algo mío, para mostrar que creo en lo que digo; debe hacerse de modo que el hermano se sienta invitado  a  recibir la verdad. “(1)  Su profecía se realizaba en el amar su propia época, en unirse  a la vida de las personas que encontraba, en  aprovechar  todas las oportunidades para proclamar la misericordia de Dios. Don Mazzolari no era uno que añoraba la Iglesia del pasado, sino  que trató de cambiar la Iglesia y el mundo a través del amor apasionado y  la dedicación incondicional.

En su ensayo “La parrocchia”, propone un examen de conciencia sobre los métodos de apostolado, convencido de que las deficiencias de la parroquia de su tiempo se debían a un defecto de  encarnación. Hay tres caminos que no conducen en la dirección evangélica.

-El “camino de dejar hacer.” Es el de quien  está a la ventana y mira sin ensuciarse las manos – ese “balconear” la vida-. Se contenta con criticar, con “describir con amarga complacencia y con altivez los errores”  (2) de todo el mundo. Esta actitud deja  la conciencia tranquila, pero no tiene nada de cristiano porque conduce a retirarse, con espíritu de juicio, a veces áspero. Falta una capacidad proactiva, un enfoque constructivo para solucionar los problemas.

– El segundo método equivocado es el del “activismo separatista”. Uno se esfuerza en crear instituciones católicas (bancos, cooperativas, círculos, sindicatos, escuelas …). Así la fe se vuelve más activa pero – advertía Mazzolari – puede generar una comunidad cristiana de élite. Se favorecen intereses y clientelas con una  etiqueta católica. Y, sin querer, se construyen barreras que pueden llegar a ser insuperables para el surgimiento de la demanda de fe. Se tiende a afirmar lo que divide respecto  a lo que une. Es un método que no facilita la evangelización,  cierra las puertas y genera desconfianza.

– El tercer error es el ‘sobrenaturalismo deshumanizador’. Uno se refugia en lo religioso para evitar  las dificultades y las decepciones que se encuentran. Uno se aleja del mundo, verdadero campo del apostolado, para preferir devociones.  Es la tentación del espiritualismo. El resultado es un apostolado débil, sin amor. “Los alejados no se pueden interesar con una oración  que no se convierta en caridad, con una procesión que no ayude a llevar las cruces de cada hora ” (3) El drama se consume en esta distancia entre la fe y la vida, entre la contemplación y la acción.

2) La granja. En la época de don Primo , se trataba de una “familia de familias”, que vivían juntas en estos campos fértiles, que también sufrían miserias e injusticias, a la espera de un cambio, que después se tradujo en el éxodo a las ciudades. La granja, la casa, nos dicen la idea de la Iglesia que tenía don Mazzolari. También él pensaba en una  Iglesia en salida, cuando meditaba para los sacerdotes con estas palabras: “Para caminar hay que salir de  casa y de  la Iglesia si el pueblo de Dios  ya no viene; y ocuparse y preocuparse  también de  esas necesidades que, aunque no sean  espirituales, son necesidades humanas y, cómo pueden perder al hombre, también pueden salvarlo. El cristiano se ha separado del  hombre, y nuestro discurso no puede entenderse a menos que lo introduzcamos de esta forma,  que parece las  más alejada y es la más segura. […] Para  hacer mucho, (4) hay que amar mucho “. Así decía vuestro párroco. La parroquia es el lugar donde cada hombre se siente esperado, un “hogar que no conoce las ausencias.” Don Mazzolari era un párroco convencido de que “el destino del mundo madura en las periferias “, y que hizo de su propia humanidad un instrumento de la misericordia de Dios, a la manera del padre de  la parábola evangélica, tan bien descrita en el libro “La más bella aventura “.

Él fue llamado con razón, “el párroco de los alejados” porque siempre los amó y los buscó, no se preocupó de preparar en teoría un método de apostolado válido para todos y para siempre, sino de proponer  el discernimiento como una manera de interpretar  el ánimo de cada hombre. Esta mirada misericordiosa y evangélica sobre la humanidad le llevó a dar también valor a la gradualidad necesaria: el sacerdote  no es uno que exige la perfección, sino que ayuda a todos a dar lo mejor.

“Contentémonos de lo que pueden dar a nuestras poblaciones. ¡Tengamos sentido común!.  No tenemos que masacrar la espalda de la pobre gente “(5). Esto es lo que me gustaría repetir y repetirlo a todos los sacerdotes de Italia e incluso del mundo:. ¡Tengamos sentido común! ¡No masacremos la espalda de la  pobre gente! Y si, por estas aperturas, era llamado a la obediencia, la vivía de pie, como adulto, como  hombre y, al mismo tiempo.  de rodillas, besando la mano  a su obispo, que no dejaba de amar.

3) El tercer escenario – el primero era el río, el segundo, la granja – el tercer escenario es el de vuestra gran llanura. Los que han acogido  el “Sermón de la Montaña” no tienen miedo de adentrarse, como viandantes y testigos, en la llanura que se abre, sin  límites tranquilizadores. Jesús prepara a sus discípulos a esto, llevándolos entre la multitud, entre los pobres,  revelando que la cumbre se alcanza  desde la llanura, donde se encarna la misericordia de Dios (cf. Homilía en el Consistorio, 19 de Noviembre, 2016).

Ante la caridad pastoral de Don Primo se abrían muchos horizontes, en situaciones complejas que tuvo que enfrentar: las guerras, el totalitarismo, los enfrentamientos fratricidas, la fatiga de la democracia en gestación, la miseria de su gente. Os animo, hermanos sacerdotes, a escuchar al mundo, a los que viven y trabajan en él, para hacéos cargo de todas las peticiones  de sentido y esperanza, sin miedo a cruzar los desiertos y las zonas de sombra. Así podemos convertirnos en Iglesia  pobre y con los pobres, la Iglesia de Jesús.

Don Primo definía la de los pobres como una “existencia que incomoda”  y la Iglesia necesita convertirse al reconocimiento de sus vidas para amarlos tal y  como son .”Los pobres deben ser amados como pobres, es decir, tal cual son, sin hacer cálculos sobre su pobreza, sin pretensiones  o derechos de hipoteca, ni siquiera la de hacerlos  ciudadanos del reino de los cielos y mucho menos prosélitos “. (6)

El no hacía proselitismo, porque  no es cristiano. El Papa Benedicto XVI nos dijo que la Iglesia, el cristianismo no crecen por  proselitismo, sino por atracción, es decir, por testimonio. Eso es lo que Don Primo Mazzolari hizo: testimonio. El Siervo de Dios vivió como un sacerdote pobre, no como un pobre sacerdote. En su testamento espiritual escribió: “Alrededor de mi altar, como  alrededor de mi casa y mi trabajo nunca hubo ” sonido del dinero “. Lo poco que ha pasado por  mis manos […] fue  donde tenía que ir. Si  tuviera alguna amargura sobre esta cuestión, incumbiría  a mis pobres y a las obras de la parroquia que hubiera querido ayudar ampliamente”.

Meditó a fondo sobre la diferencia de estilo entre Dios y el hombre: “El estilo de hombre: con mucho hace  poco. El estilo de Dios: con nada hace todo” (7 ‘). Por eso  la credibilidad del anuncio pasa a través de la sencillez y la pobreza de la Iglesia: “Si queremos que  la pobre gente vuelva a su Casa, hace falta que el pobre  encuentre “el aire del Pobre” , es decir, de Jesucristo. En su ensayo “La via crucis del povero” Don Primo recuerda que la caridad es una cuestión de  espiritualidad y de mirada. “El que tiene poca caridad  ve pocos pobres; el que tiene mucha caridad ve muchos pobres; el que no  tiene caridad no ve ninguno “(8) Y añade: “El que conoce al pobre, conoce el hermano: el  que ve al hermano ve a Cristo, el que ve a Cristo ve a la vida y su poesía verdadera, porque la caridad es  la poesía del cielo traída a la tierra.”(9) .

Estimados amigos, gracias por haberme recibido hoy en la parroquia de Don Primo. A vosotros y a los obispos os digo: Estad orgullosos de haber generado “sacerdotes así”, y no os canséis de convertíos también vosotros en “sacerdotes y cristianos así”, aunque requiera luchar con vosotros mismos, llamando por su nombre a las tentaciones que nos acosan, dejando que nos cure la  ternura de Dios. Si os dierais cuenta de no haber recogido la lección de don Mazzolari, hoy os invito a atesorarla.

Que el Señor, que ha suscitado siempre en la Santa Madre Iglesia pastores y profetas según su corazón, nos ayude hoy a no ignorarlos de nuevo. Porque ellos han visto lejos, y seguirles nos habría ahorrado sufrimientos y humillaciones. Tantas veces he dicho que el pastor debe ser capaz de ponerse delante del pueblo para indicar el camino, en medio como signo de cercanía o atrás para alentar a quien se ha quedado atrás. (cfr. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 31).

Y don Primo escribía: “Donde veo que el pueblo resbala hacia bajadas peligrosas, me pongo atrás; donde es necesario subir, me pongo delante. Muchos no entienden que es la misma caridad que me mueve en uno o en otro caso y que nadie la puede hacer mejor que un cura”.

Con este espíritu de comunión fraterna, con vosotros y con todos los sacerdotes de la Iglesia en Italia, con aquellos buenos párrocos, -quisiera concluir con una oración de don Primo-  párroco enamorado de Jesús y de su deseo de que todos los hombres se salven».

 

Así rezaba don Primo:

“Has venido para todos:

para aquéllos que creen y para aquellos que dicen que no creen.

Los unos y los otros,

a veces estos más que aquellos, trabajan, sufren, esperan

para que el mundo vaya un poco mejor.

Oh Cristo, has nacido ‘fuera de la casa’ y has muerto ‘fuera de la ciudad’,

para ser de manera todavía más visible el cruce y el punto de encuentro.

Nadie está fuera de la salvación, oh Señor,

para que nadie esté fuera de tu amor,

que no se consterna ni se reduce

por nuestras oposiciones y nuestros rechazos”.

Y ahora os daré la bendición. Recemos a la Virgen, primero, que es nuestra Madre: sin Madre no podemos seguir adelante.

Ave María…

 


1 P. Mazzolari, Preti così, 125-126.

2 Id., Lettera sulla parrocchia, 51.

3 Ibid., 54.

4 P. Mazzolari, Coscienza sociale del clero, ICAS, Milano, 1947, 32.

5 Id., Preti così, 118-119.

6 Id., La via crucis del povero, 63.

7 Id., La parrocchia, 84.

8 Id., La via crucis del povero, 32.

9 Ibid. 33.

10 Id., Scritti politici, 195.

 

19 de junio de 2017


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