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HOMILÍA EN EL DIA DE ALEJANDRO E INES

En este día y mes especial en que recordamos a dos hermanos nuestros: Inés y Alejandro, quiero titular esta homilía: Los árboles que no dejaban ver el bosque, aludiendo así a la vorágine de las mil y una realidades que nos invaden, llámense: correos, chats, proyectos, libros, noticias, audios, imágenes, ruidos, agendas, visitas, realidades, preocupaciones, estrés y sueños. Todas estas realidades son parte importante de nuestro quehacer cotidiano y con frecuencia decimos entre los misioneros: “Hoy ha sido un día agotador”. Y el llegar cansado es una buena señal cuando nuestra entrega está hecha a los pobres, ese lugar concreto y teológico donde siempre nos envía el Evangelio. Pero también es cierto que no siempre es así, no siempre nuestra entrega es a los más pobres ni siempre nuestro cansancio está lleno de Evangelio.

Hoy es un día tan especial en este lugar santo donde se esconden, debajo de estas piedras Alejandro e Inés, pero que están vivamente presentes con toda su fuerza y espíritu, en esta selva, madre generosa, como lo estuvieron otrora con el pueblo Huao, cuando caminaban aparentemente invisibles en medio de la selva. Pero ellos están aquí para interpelarnos, para preguntarnos: “Misioneros del Vicariato de Aguarico: ¿Qué están haciendo ustedes por los pueblos aborígenes, legítimos dueños de esta tierra? ¿Cómo están llegando a las vidas concretas y a la realidad de los más necesitados, especialmente de los indígenas que viven cada vez más amenazados entre su realidad y el “progreso”? Cómo estamos llegando a la realidad humana y espiritual de los huaorani, quichuas, sionas, secoyas, shuaras…minorías no contactadas…?. ¿Qué estamos haciendo las otras pastorales para acompañar la inserción de los indígenas en el ámbito urbano?

Estas últimas semanas he estado compartiendo largas celebraciones con el equipo misionero de la zona indígena de Coca. Hemos visitado todas las comunidades quichuas de esta zona y aunque he elogiado el trabajo de los pocos misioneros que están entregando su vida en esta pastoral concreta, el volumen es tal, que es muy poco lo que en realidad se puede hacer y eso me lleva a decir que tenemos que hacer una revisión sosegada de nuestra pastoral donde la atención al mundo indígena: los preferidos de Alejandro e Inés, sean una prioridad para cada uno de nosotros. Una pregunta clave para ti y para mi es esta: ¿Cuándo fue la ultima vez que comparti algo de mi tiempo y de mi vida con una persona o familia indígena?. No me refiero solo al acercamiento pastoral o sacramental sino a ese otro espacio que es “saber estar” y saber “perder el tiempo”, para conectar con la necesidad del otro.

Seguramente me van a decir algunos: “No hay tiempo para más…con lo que hago o hace mi comunidad es suficiente”. Y no niego ni minimizo esta realidad, pero creo que esta mañana Alejandro e Inés nos hacen preguntas y es bueno que nos detengamos a responderles.

Es bueno que hoy, junto a las tumbas de Inés y de Alejandro volvamos a leer el objetivo general del Vicariato, reflexionemos si lo estamos llevando o no a la práctica y veamos como lo podemos seguir haciendo vida como lo hicieron Alejandro e Inés. Nuestro objetivo general dice: “La finalidad de la Iglesia de Aguarico…es la construcción del Reino de Dios. Para ello opta por una Iglesia inculturada, que se encarna en los diferentes pueblos y sus culturas, que nace preferentemente de los pobres…”

Queridos misioneros, no dejemos que las mil cosas nos distraigan del objetivo principal al que debemos entregar la vida. No dejemos que se queden en un papel o en unas ideas el sueño de Alejandro e Inés. No dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque, porque estamos tan saturados que ya no hay tiempo para la contemplación de este “Paraíso verde “– como lo llamaba Alejandro- y del Dios que en El habita.

El Evangelio nos invita a mirar e interpretar los signos de los tiempos y algunos van a la luz de las propuestas de la Iglesia que nos acaba de regalar el V Congreso Americano Misionero en Bolivia donde ha estado un equipo misionero del Vicariato y que estos días en la Asamblea nos van a dirigir y animar la reflexión del Vicariato. Otro signo es el Sínodo sobre la Amazonía, convocado por el Papa Francisco, como invitación a Cuidar la Amazonia, y a sus pueblos aborígenes. Otro signo es la acogida a los emigrantes que cada vez son más desplazados por el totalitarismo de los gobiernos, que destruyen la vida y que nos dice el Señor que no podemos quedarnos tranquilos sin topar: “la carne del otro”.

Queridos hermanos todos, pongámonos como nos dice el papa Francisco, en estado permanente de misión y volvamos a la prioridad que hoy nos pide el Señor y la Iglesia: Los pobres.

Alejandro e Inés, ayúdennos a caminar por esta senda.

Hno. Adalberto Jiménez M. OFMCap.

Coca, 21 de julio de 2018

 


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