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De tú a tú o de yo a yo

(Monólogo con Alberto Calvo del Solar)

De tú a tú o de yo a yo, estás con el Padre que habrás descubierto como hermano.

Y has dejado 46 años de vida amazónica y muchas bendiciones, consagraciones y homilías, de esas que hacen pensar, reír, despertar y hasta preocupar. Quizá no has dejado nunca de recordar historias pasadas, donde casi todo está ya visto y previsto, y donde quizá falta una pizca de creatividad divina para enseñarte lo fácil que es amar siendo amado, lo profundo que es entregarse cuando todo se da, y lo rápido que pasa una vida (por las calles de Coca) a la Otra (por los senderos de la eternidad).

Toda presencia deja ausencia, y toda palabra -en este día- se diluye entre lágrimas y abrazos de perplejidad… todo ha sido tan rápido que no ha habido tiempo para buscar tu sustituto como “maestro de ceremonias”, como explicador bíblico con palabras en griego, y como conductor de tu estropeada camioneta, que solo tú manejas. Todo tan rápido que no ha habido tiempo a darte la bienvenida de Bilbao ni la despedida a Getsemaní; no diste ocasión para recordar el sabor del jamón bilbaíno ni la gelatina de Saberia; no has acabado de escribir las recomendaciones al nuevo pastor ni has acabado de sustituir al anterior, a unos metros de tu eterna morada, en la primera hora diaria de la capilla sacramentaria.

Quizá hay mucha gente que quisiera decirte algunas cosas, y más probable es que tú te dejes en el tintero innumerables consejos lapidarios que pudieran servir a los que siempre somos neófitos o, al menos, aprendices. Pero, permítete un ratito de tu eternidad para dedicarnos unas palabras que sean de tu Maestro, sin apropiártelas, y que sean pan de vida y cáliz de salvación, como quien celebra una incansable misa de fraternidad en tu Vicariato, junto a tus amigos y hermanos Alejandro e Inés, cerca de Gabriela y el abrazo amoroso del que te ha acogido en su corazón de Vida Plena y que sigue insistiendo en el valor del Evangelio -además del derecho- de la fraternidad -más que de la pastoral- de la solidaridad – que prolonga la Eucaristía.

No es fácil ninguna despedida, pero tampoco es nada fácil decirle a las comunidades de tus barrios que deben esperar a otro Alberto, que jamás será ni parecido, para celebrar la misa del sábado o el domingo, del martes o del viernes, de Coca o las Cayanas, en la Catedral o con las Clarisas…

Ahora, por favor, con sencillez y ternura, dinos cómo es el corazón del Padre, cómo hemos de dinamizar el Vicariato, qué hacer para animar las vocaciones al sacerdocio, dónde encontrar laicos formados y con ganas de formarse… y qué decirle a la gente pobre y a las minorías y a los waoranis y a los aislados y a los jóvenes… que la muerte no es el final del camino, sino que el Camino es Jesucristo y que tú estás con Él, en la Gloria, bienaventurado, eternamente sonriendo al Amor.

Acompáñanos, mientras caminamos; acógenos cuando te acompañemos y mándanos el Espíritu que te hizo hermano, padre, pastor, sacerdote…

JESÚS GARCÍA

 


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