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Jornada de la tercera edad

Vaticano, 28 de septiembre de 2014

La plaza de san Pedro ha sido protagonista una vez más del abrazo entre el papa emérito y el papa Francisco. La ocasión ha sido la Jornada de la tercera edad.

Cerca de 40 mil ancianos y abuelos procedentes de más de 20 países han compartido la mañana de este domingo, dando testimonio de una vida plena, feliz y al servicio de los demás.

Esta Jornada llamada "La bendición de la larga vida" ha sido una oportunidad para escuchar los testimonios de abuelos que han encontrado en el "ser abuelos" una verdadera vocación. Dejando de lado el miedo por hacerse mayor o sentirse inútil, estos ancianos han proclamado la alegría de ser mayor.

Después de escuchar los varios testimonios de abuelos y ancianos de distintas partes del mundo, el Santo Padre ha dedicado unas palabras a los presentes, dando las gracias a todos por venir y por la acogida y un gracias especial a Benedicto XVI.

"Yo he dicho muchas veces que me gusta mucho que él viva aquí en el Vaticano, porque era como tener el abuelo sabio en casa", Papa Francisco.

El Papa Francisco ha destacado uno de los testimonios que se ha escuchado esta mañana en la plaza, la del matrimonio venido de Irak, de una ciudad cercana a Mosul.

A continuación el mensaje del Papa Francisco:

 

A ellos, todos juntos decimos un gracias especial. Es muy bonito que hayáis venido aquí hoy y un don para la Iglesia y nosotros os ofrecemos nuestra cercanía, nuestra oración y la ayuda concreta.

Además, la violencia a los ancianos es deshumana, como a los niños. Pero Dios no os abandona. Está con vosotros. Con su ayuda sois y continuaréis siendo memoria para vuestro pueblo. Y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. Gracias.

Estos hermanos nos testimonian que también en las pruebas más difíciles, los ancianos que tienen fe son como árboles que continúan dando fruto. Y esto vale también en las situaciones más comunes, donde puede haber otras tentaciones, y otras formas de discriminación.

La vejez, de forma particular, es un tiempo de gracia en el que el Señor nos renueva su llamada, nos llama a custodiar y transmitir la fe. Nos llama a rezar, nos llama a interceder, nos llama a ser cercano a quien lo necesita. Y es que, los abuelos tienen una capacidad para entender las situaciones más difíciles, una gran capacidad. ¡Y cuando rezan por estas situaciones, su oración es fuerte, es poderosa!.

Los abuelos, que han recibido la bendición de ver los hijos de los hijos, les es concedida una tarea grande: transmitir la experiencia de la vida, la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo; compartir con sencillez una sabiduría y la misma fe: ¡la herencia más preciosa!

Los países donde la persecución religiosa ha sido cruel, donde han sido los abuelos quienes han llevado a bautizar a los niños a escondidas, a darles su fe. Ellos, han salvado la fe en esos países.

"Pero el anciano no siempre tiene una familia que lo acoge."

Por esta razón, pido que las casas para los ancianos sean "verdaderamente casa y no prisiones". Así como deben ser para los ancianos y no para los intereses de otros. No debe haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Asimismo ha precisado que las residencias de ancianos deberían ser pulmones de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser santuarios de humanidad donde quien es viejo y débil es cuidado y custodiado como un hermano o una hermana mayor.

 

El Abandono a los ancianos

El Papa Francisco ha reflexionado en su discurso sobre un tema muy delicado, "el abandono de los ancianos." 

Muchas veces se descartan a los ancianos con actitudes de abandono y que son una verdadera y propia eutanasia escondida. Esto, es el efecto de esa cultura del descarte que hace mucho mal al mundo. Así, todos estamos llamados a contrarrestar esta venenosa cultura del descarte.

Como cristianos estamos llamados a imaginar, con fantasía y sabiduría, los caminos para afrontar este desafío. "Un pueblo que no custodia a los abuelos y no les trata bien es un pueblo que no tiene futuro". A los ancianos les digo que tenéis la responsabilidad de mantener vivas estas raíces en vosotros mismos. Con la oración, la lectura del Evangelio, las obras de misericordia. Así permanecemos como árboles vivos, que en la vejez no paran de dar fruto.

Una de las cosas más bellas de la vida de familia, de nuestra vida humana de familia, es acariciar un niño y dejarse acariciar por un abuelo o una abuela.

Papa Francisco

 
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