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¡Adiós, Guillermina!

La tarde del 19 de enero del 2013, una tarde apacible, mientras descendía el ocaso, caían sobre el féretro de Guillermina Jipa gruesos terrones, en el cementerio Getsemaní, de la ciudad de Coca.

Durante 17 años trabajó como empleada del Vicariato y de la fraternidad capuchina de Coca, sirviendo a generaciones de misioneros. Mujer fuerte, de la raza kichwa de esta selva amazónica. Hace pocos años dejó su trabajo y se retiró a la apacible ciudad de Loreto, en la misma provincia de Orellana. Mujer creyente, cuando se sintió mal en su salud, pidió la asistencia espiritual, recibiendo la Unción y el Viático, de manos de sus capuchinos. Hace un par de semanas, al empeorar en su salud, la trasladaron a Coca, a casa de su familiar Xaveria. Como no mejoraba la situación, fue internada en el Hospital civil de Coca.

La víspera de su muerte tuvo la alegría de la visita del misionero José Miguel Goldáraz, con quien mantuvo un largo diálogo en su lengua materna. Pareció reanimarse, pero fue como el aviso de su partida. Al día siguiente fallecía.

El funeral se celebró en la Catedral de Coca, presidido por Mons. Jesús Esteban Sádaba, acompañado de los capuchinos. Y de ahí fue el traslado al nuevo cementerio Getsemaní, situado en las cercanías del Monasterio de Clarisas Capuchinas. Descanse en paz.

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