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Domingo 5º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

“Antes del atardecer, cuando se ponía el sol, empezaron a traer a Jesús todos los enfermos y personas poseídas por espíritus malos. El pueblo entero estaba reunido ante la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos con dolencias de toda clase y expulsó muchos demonios; pero no los dejaba hablar, pues sabían quién era”. (Mc 1, 32-34).

El sufrimiento de nuestro pueblo, como el de Jesucristo, tiene causas, causantes, acciones, debilidades y muchas consecuencias. Pero la gente también tiene expectativas y esperanzas, porque quiere ver nuevas y mejores realidades. El pueblo confía en que los sueños se hagan realidad, la justicia vencerá, la solidaridad se globalizará, la fraternidad se disfrutará… -a pesar de todo-, con todos/as los inconformes (ante la realidad actual) y comprometidos (con el bien común).

El pueblo no puede quedarse en el fatalismo y la resignación. Los sufridos/as no pueden permanecer postrados en su dolor. Los enfermos/as no se deben quedar en la pasiva espera de promesas. Los oprimidos/as no se dejan revictimizar por los poderosos. Los violentados/as no aceptan las agresiones ni por error ni por maldad… (cfr. Lc 4, 18-21). “Ya es la hora” de que los duelos se acaben y llegue la alegría y la vida plena; que se acaben las parálisis y comencemos a caminar juntos/as, solidarios/as y hermanados/as (cfr. Papa Francisco “Fraternidad universal”)

El pueblo entero está reunido ante Jesús, que es la “Puerta” (cfr. Jn 10,7) para entrar en el Reino, en el mundo nuevo que soñamos despiertos y que -algunos- nos quieren robar a través de campañas falsas, llenas de promesas ilusas y de prácticas corruptas. La puerta está abierta, Jesús nos abre su corazón, nos abraza fraternalmente y “nos sana” de todas las dolencias: pandemia, corrupción, engaño, violencia, contaminación, injusticia, inequidad… (cfr. Jn 10,14)

Además, Jesús expulsa los demonios que encadenan nuestra conciencia crítica y nos hacen dependientes de promesas falsas. Ya no podemos mantener la adicción a políticos, politiqueros y populistas, porque Jesús nos ha liberado de la demagogia demoniaca (cfr. Mc 5,9). Jesús nos hace libres de pensar, de hablar, de sentir, de soñar… y de creer en la Vida Plena.

¿Por qué nos cuesta tanto escuchar a Jesucristo, y nos dejamos embaucar por “palabras huecas”?, ¿Por qué preferimos los “ajos y cebollas” de algún “partido” político, al Pan y Palabra de Vida?. ¿Por qué somos capaces de “romper la fraternidad” por culpa de una idea-palabra copiada de algún político? ¿Por qué nos alejamos de Jesucristo y su Reino para acercarnos a los “ilusionistas” que dan “espectáculo”?. (cfr. Mt 23, 2-7)

Pero nosotros sabemos “quién es Jesús”, en qué consiste el Reino de Dios, cómo se construye la justicia y la fraternidad, qué estilo de vida buscamos juntos/as, cuál es el compromiso de los profetas y cuánto amor corre por la sangre de los que buscan la paz y el bien.... Porque nosotros sabemos quién es Jesús: “camino, verdad y vida” (cfr. Jn 14,6) y sabemos cómo seguirle por encima de parcialidades ideológicas tendenciosas (cfr. Jn 6, 66-69), arriesgando la vida (apariencia, imagen, aplausos, cargos, prosélitos, retribuciones…) … por el Evangelio.

“Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca” (Jn 15,16). Y ahora nosotros “debemos elegir” a quien esté más cerca del Reino, aunque no esté tan cerca de alguna de nuestras ideas; ...que dé frutos de vida plena, aunque no beneficie nuestros intereses; ...que sea consecuente con el bien común, aunque no esté afiliado a nuestro grupito.... porque sabemos quién es Jesucristo y porque somos parte de un pueblo que necesita libertad y fraternidad.

7 de febrero de 2021

Equipo de Reflexión Teológica

 

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