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¿Cuántos meses más, señor Fiscal general?

29/Septiembre/2013

José Hernández

 

DESCARGAR EL LIBRO: "UNA TRAGEDIA OCULTADA"

 

Miguel Ángel Cabodevilla vuelve sobre la tragedia que revela el libro que fue censurado. Sus preguntas van directamente dirigidas a la Fiscalía. También muestra lo mal asesorado que está el Presidente en este tema. 

Son las 08:45 del viernes 27 de octubre. Miguel Ángel Cabodevilla recibe a HOY en la puerta que da al garaje y anuncia que arriba, en el patio central de la sede de los capuchinos en Quito, también se encuentra Milagros Aguirre. Ella es directora de la Fundación Alejandro Labaka y es coautora del libro censurado. La cita para la entrevista con Cabodevilla ha sido concertada el jueves en la tarde. Él luce como de costumbre: sereno, sonriente, dinámico, imperturbable… Sube los peldaños con gran rapidez. Ya en el patio, hala la mesa de plástico hacia una zona donde pegue menos el sol y pregunta por un café colombiano que le han regalado, que quiere probar y que la señora que atiende, al parecer no está utilizando. No han pasado cinco minutos cuando suena su celular. Algún funcionario de la Defensoría del Pueblo le avisa que están abajo... Una visita que, al parecer, fue pedida la noche anterior, hacia las 22:00. Cuatro personas forman la delegación.

La charla se pospone hasta que ellos los hayan atendido en un salón contiguo, a puerta cerrada.

Esta entrevista se ha cruzado con una visita de representantes de la Defensoría del Pueblo. ¿A qué han venido?

Ellos han conversado con Milagros y conmigo para decirnos que la medida que solicitaron a la juez vino pedida por la Fiscalía del Estado. En su aviso decían qué tipo de publicación se iba a hacer, con qué portada, etc. Pero no era cierto. Ellos se apoyaron en un dibujo que apareció en la invitación a la presentación del libro pero no comprobaron si ese dibujo iba a corresponder a la portada. La Fiscalía lo dio por hecho.

Es un pedido basado en un hecho no cierto.

Exactamente. Es una presunción. Ahora resulta que acá lo que circula es una presunción de culpabilidad y la Fiscalía presume una culpabilidad que, además, tenía la posibilidad de comprobar que no era cierta. Le hubiera bastado hacer una llamada a nosotros, los autores. Ellos nos conocen. La persona que hizo la denuncia es un antiguo conocido nuestro en Coca. 

¿Qué les dijo usted?

Les dijimos que nos parecía una acción desproporcionada y una reacción injusta porque nos pusieron ante la opinión como presuntos abusadores de una imagen.

¿Cómo interpreta esta sensibilidad de la Defensoría ante una imagen de la niña, con sus ojos tapados, mientras que está absolutamente distante de la realidad que viven esas niñas?

Primero era un dibujo, un dibujo sobre una imagen. No era una fotografía y, segundo, efectivamente tenía tapados los ojos. Hay una desproporción clamorosa entre esta sensibilidad ante una imagen y los hechos reales que están sucediendo allí. Pero los funcionarios de la Defensoría del pueblo nos han dicho una cosa interesante: que la Fiscalía ha tomado sobre sí misma la protección de las niñas. Es decir, que ni siquiera ellos pueden actuar ahí. Entonces mis palabras irían dirigidas a la Fiscalía. Las niñas siguen en manos de sus captores. No solamente eso sino que se dan nuevos hechos: una de las niñas ha sido inscrita en el registro del Coca como hija legítima, o como hija adoptada no sé, de una de estas parejas que intervinieron (en la matanza). Nos parece una cosa inconcebible. Entonces frente a estas cosa y otras que están sucediendo contra las niñas, que la Fiscalía ponga tanto énfasis en una portada, que no se dio, pues parece una actuación desproporcionada. La Fiscalía ha creído conveniente crear una especie de cerco, que me imagino ellos lo ven necesario para su investigación, entorno a este tema.

¿Está diciendo que la ausencia de resultados en la investigación de la Fiscalía conduce a que los autores de la matanza crean que la impunidad les está asegurada?

Claro. No sé si llegó al Presidente pero se escribió un pedido por parte de huaoranis, que iba a ser firmado por el presidente de las dos comunidades más implicadas (en la matanza), en el cual se pedía al Gobierno una medida de gracia. Es decir, en definitiva, no ha pasado nada. Olvidemos el asunto. Es la misma medida que la dirigencia huao pidió en el 2003 y se la concedieron. Ahora, 10 años más tarde, el mismo dirigente vuelve a decir que sea la última vez, hermanos. No ha pasado nada ni con los muertos ni con las niñas. No pasa nada con nada. Hace diez años insistí en que aquello era muy peligroso y que les ayudáramos, o les obligáramos incluso, a dar un paso más hacia la legalidad ecuatoriana, pues esto iba a traer problemas. No olvidemos que en las comunidades huaoranis, en estos 10 años, se han dado bastantes muertes. Los huaorani han matado y siguen matando y es hora de que esas comunidades se vayan incorporando, con sus derechos, que también hay que cuidárselos, pero también con sus deberes a la sociedad ecuatoriana.

¿Usted sostiene que algunos de los protagonistas de la matanza estuvieron en una reunión amplia que el Presidente tuvo con las comunidades indígenas?

En Guillero, el Presidente tuvo una reunión con las comunidades. Ahí había 300 o 400 huaoranis. Según las fotografías que ha publicado la Presidencia y que he visto, pues ahí estaban también los participantes (de la matanza). Evidentemente el Presidente no sabe quiénes son. Pero a mí sí me asombra, una vez más, lo mal asesorado que está respecto a esto porque me pregunto: ¿cuál es la reacción de un huao que ha participado en una matanza, que posea a una niña que ha traído a la fuerza de esa matanza, si es recibido por la máxima autoridad de la nación? Lo que reclamo es justamente que creemos un grupo de especialistas, que se dediquen profesionalmente a esto y tengan libertad y medios para conocer qué pasa ahí, dónde está esta gente oculta, quiénes son, por dónde se mueven. Si este grupo hubiera estado en la visita del Presidente, no me cabe duda de que hubieran dicho a estos señores: ustedes no van a participar en la fiesta. Ustedes han hecho algo que no les permite saludar sin más al Presidente. Ustedes están en una situación que tenemos que aclarar, como mínimo. Ustedes se tienen que dar cuenta de que, como ciudadanos, se han portado gravemente mal y vamos a ver cómo resolvemos esto.

En el libro está claramente explicado cómo ustedes han seguido muy de cerca este caso. Usted habla de que la Fiscalía ha construido un cerco alrededor del tema y del caso de las niñas. ¿Cómo lo explica?

Yo sé que la Fiscalía es una institución independiente, etc. y que, según dice el Gobierno, ellos no pueden intervenir. Yo pido a la sociedad que intervenga. Es decir, si tenemos una Fiscalía que dice que es la única que puede intervenir en este asunto, pregunto a la sociedad: ¿cuántos meses más le vamos a dar a la Fiscalía? ¿Eternamente? ¿No hay ninguna fecha en la que la sociedad le pueda reclamar resultados? ¿Siquiera resultados preliminares? El señor Fiscal General dijo que tenían la información de parte de la niña mayor –por lo visto es la única información que han tomado de la niña–, y la prensa lo publicó, que habían sido arrojados sobre su grupo alimentos envenenados que algunos de los familiares habían tomado y habían muerto envenenados. A mí me pareció una revelación insólita y muy grave. De eso han pasado más de cinco meses. Yo repito: ya sé que ellos son dueños del caso. ¿Dueños durante cuánto tiempo? ¿La sociedad no les puede reclamar nada? Es la matanza, más grande que habido en Ecuador en decenas de años; una matanza de mujeres y niños. Por favor, ¿qué pasa con esto?

¿Cuáles son los peligros que aumentan, si se mira desde esas comunidades, por la ausencia de resultados en esta investigación?

Después de la matanza, los actores han vuelto al lugar de los hechos. Nadie se lo ha impedido, nadie les ha reclamado por eso. Después de la matanza una de las niñas ha sido inscrita en el registro; es decir, se siguen dando pasos. Si las niñas continúan en ese lugar, que está relativamente cerca del lugar de la matanza, las posibilidades de que los supervivientes quieran recuperarlas son altas. Por lo tanto, las posibilidades de otro episodio de violencia son muy altas. Por lo tanto, el miedo de los huaoranis que tienen a las niñas a que se dé esa represalia, y que hablen de adelantarse para que esa represalia no se dé y acabar así con los supervivientes, es muy alto. Me gustaría que la Fiscalía dé alguna explicación de por qué actúa así.

A la luz de estas realidades en la Amazonía, esto que sucedió con la censura del libro en el cual se investiga esa matanza, luce como un evento absolutamente surrealista. ¿Cuál es la sensación que todo esto le deja?

Sí es surrealista, enormemente confuso. Uno no se sabe quién manda, quién maneja esto. La Defensoría del pueblo nos dice que están impedidos de proteger a las niñas porque la fiscalía se ha adueñado de ese derecho. Pero, por otro lado, ellos mismo nos dicen que la Fiscalía les ha pedido intervenir para proteger a las niñas por algo que no es cierto. Después la juez hace esta cosa y el Gobierno dice que no solamente ellos no tienen nada que ver con esto sino que rechazan la medida.

¿Se lo ratificó el Presidente?

Claro, me ratifico el Presidente. Él me llamó. Es la primera vez que me veo metido en una cuestión judicial por algo que después me dicen que no he hecho nada mal. Personalmente he defendido siempre, y lo sigo defendiendo, que a mí me parece una intromisión excesiva de la Fiscalía en este tema. Esto parece que no se puede decir pero me parece que el Estado ha desaparecido. Y es el Estado el que debe aparecer en este tema. Tiene que ver con qué hacemos con esos huaoranis que han hecho esto y cómo podemos hacer si no funcionaron las medidas de protección. ¿Qué propone el nuevo Ministro de Justicia a quien le tocó tomar el cargo en una situación gravísima?. ¿Cuál es su propuesta y cómo va operar? ¿Cuál es su gente? No sabemos nada y pasan las semanas. A mí me duele que una vez más el núcleo del conflicto se desvíe con esta cosas y, a veces, no sé si alguien, no sé quién, las organiza a propósito para desviarnos una vez más de lo que es el núcleo. Y el núcleo es: ahí dentro las posibilidades de que se repita la masacre son muy altas. Ahí dentro no se está haciendo Justicia. Ahí dentro no se está ayudando suficientemente a los huaoranis a aliviar con este problema de una vecindad que es peligrosa: la de los grupos Taromenane. Me gustaría que tanto la sociedad como el Gobierno no nos enredemos en estas pequeñas luchas domésticas. Que cuando el dedo nos señala la Luna, miremos la Luna y no al dedo. (JH).

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