HOMILÍA EN EL CAPITULO DE LAS HERMANAS
CLARISAS CAPUCHINAS SACRAMENTARIAS
Queridas Hermanas Clarisas.
Queridos Hermanos y Hermanas Misioneros del Vicariato.
Es el Capítulo, en una Comunidad Religiosa, un momento de gracia muy especial. En primer lugar, para nuestras hermanas de vida contemplativa que lo acaban de celebrar hoy y, en segundo lugar, para todo el Vicariato: sacerdotes, religiosas y laicos, que nos unimos para dar gracias con el Salmista al Señor de las Misericordias, por su amor y su bondad para con nuestras hermanas y con todos nosotros.
En el Capítulo hay un Kairós, un momento de gracia, porque hay un obrar muy particular del Espíritu Santo: iluminando, sosteniendo, dando su Sabiduría, sanando nuestras heridas, guiando la vida y brindando de una manera especial su Amor y Su Misericordia. Es, este mismo Espíritu, el que sostiene nuestras pobres vidas humanas y hace posible que vivamos y demos testimonio de su amor en Comunidad.
Esta mañana, hemos sentido la presencia del Espíritu Santo que ha iluminado la Vida de nuestras hermanas Clarisas, quienes han elegido para estos tres años a la Hermana Abadesa, a su Vicaria y a sus Consejeras. Ellas son llamadas a vivir su ministerio de Madres y Hermanas que, con el Amor de una Madre -al igual que Santa Clara de Asís-, ama entrañablemente a sus Hijas y se entregan a su servicio para animar el proyecto de vida del Monasterio. Es la encomienda que supone, para una Abadesa, al igual que una Madre: guiar, acompañar, corregir, animar, sostener a las hermanas, llevando siempre a las hermanas hacia Jesucristo, su Esposo y Señor.
De igual manera, ustedes hermanas están llamadas a acompañar a su Abadesa con su oración y con su cercanía de hijas y hermanas que colocan sus vidas en Dios, a través de su Superiora, sabiendo que Dios obra a través de sus palabras y su presencia.
Para ustedes hermanas quizá sea difícil decírselo a sí misma pero es bueno que lo escuchen de nuestros Santos Papas refiriéndose a la Vida Contemplativa: “Ustedes son el alma de la Iglesia”. Sí. ustedes son el Pulmón Espiritual que nos sostienen con sus permanentes oraciones. Y lo son también para nuestro Vicariato. Continúen siendo ese pulmón espiritual para nuestro Vicariato, donde sigan brindando este oasis de contemplación y de escucha para todas las personas que llegan hasta este Santo lugar, buscando oraciones y un poco de consuelo y paz para sus agitadas vidas.
Estos días, ante tanta violencia en el mundo y en el país donde unas personas arrebatan la vida a otras y donde el odio parece ser más grande que el amor y la paz, les decimos hermanitas: sigan orando por todos nosotros.
Las felicitamos hermanas Clarisas y les agradecemos su presencia orante en nuestro Vicariato. Que día a día nos sigan llevando a todos a esa Comunión y Santidad con Jesucristo, el Señor.
Amén.
Mons. José Adalberto Jiménez Mendoza