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MENSAJE DEL VICARIATO Junto a las tumbas de Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango

Francisco de Orellana, 21 de julio 2020

caminamos solidariamente 1

Hoy estamos celebrando los 33 años de la muerte martirial de Monseñor Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango (21 de julio 1987) y los 100 años del nacimiento de Alejandro (19 de abril 1920), quienes arriesgaron y entregaron sus vidas por amor, hasta la muerte, para que tuvieran vida los pueblos aborígenes de la Amazonía, que estaban condenados a la extinción. Vivimos tiempos de Pandemia y Derrame de Petróleo, donde el contacto y la comunicación directa entre las personas están restringidas, pero esto no ha sido inconveniente para llevar a cabo de manera creativa la 14 caminata -real y virtual-, que hemos realizado y que desde el primer día ha tenido una participación con cientos de personas bajo la inspiración de estos dos grandes testigos: Alejandro e Inés. Durante los 12 días de caminata virtual, hemos reflexionado varios temas que nos presentan la realidad -más dolorosa que feliz- de nuestra “Querida Amazonía”, a causa del egoísmo y la ambición desmedida de quienes no respetan a los pueblos indígenas y campesinos y ven a la Sacha Mama como un lugar para explotar y depredar. De esta manera queremos asumir la realidad, siendo solidarios en estos momentos de pandemia y pobreza en donde los más vulnerables sufren toda clase de despojo. Queremos así comprometernos con la causa y misión de Alejandro e Inés en nuestra “Querida Amazonía” y en cada lugar donde vivimos, desde nuestras motivaciones de fe y ecología integral. Son muchas las realidades que nos están golpeando a todos, pero -sobre todo- a los más pobres y excluidos como: La Pandemia del Coronavirus; que deja en evidencia un sistema de salud obsoleto e ineficaz, colapsado antes de comenzar a tratar a los enfermos de Covid; el derrame de 15.600 barriles de petróleo en los ríos Coca y Napo y una demanda contra las petroleras que el Juez sigue sin dar paso; la omnipresente luz de los mecheros de la muerte, un virulento rebrote de dengue; inundaciones en algunas comunidades; pobreza y miseria en muchas casas y un largo etcétera de injusticias contra los más pobres Esta Caminata virtual 2020 nos ha animado a seguir caminando juntos con el Sínodo de la Amazonía y el Sínodo del Vicariato impulsados por los sueños del Papa Francisco, que en su Exhortación Apostólica: “Querida Amazonía” nos pide que los soñemos también nosotros y que se resumen en Cuidar la Amazonía, con todo lo que contiene: Pueblos, Culturas, Creaturas.

Con Alejandro e Inés

DECLARAMOS 1- Que la distribución injusta de los beneficios derivados fundamentalmente del petróleo, provocan una creciente desigualdad y una gran cantidad de personas abocadas a la más absoluta pobreza, privadas de los más elementales derechos: derecho a la vida, a la libertad, a la educación, al trabajo, a la alimentación, a la sanidad y la salud, derechos recogidos en La Carta Universal de los Derechos Humanos. 2- Que los casi cincuenta años de explotación petrolera han causado terribles daños en el medio ambiente de la Amazonía. A esto se ha unido la deforestación, la minería ilegal y también el uso indiscriminado de mercurio, generando una grave degradación de los ecosistemas naturales y una contaminación que provoca graves daños en la salud de la población, principalmente cáncer entre la población indígena. 3- Que todos estos años, los beneficios obtenidos por el petróleo habrían podido impulsar el progreso, crear empleo para todos, mejorar la calidad sanitaria y como consecuencia, la calidad de vida. Sin embargo, la corrupción y los intereses privados, han provocado serios daños colaterales como, el desplazamiento de los pueblos, la represión militar, la contaminación del agua y suelo, y la consecuente afectación a la salud de las personas. 4- Que durante demasiado tiempo han sido invisibles los pueblos indígenas y, sobre todo, los pueblos no contactados. Ya Alejandro percibía el dolor de estas comunidades que “se lamenta que nadie se haya preocupado de su raza” (CH.35). Cada vez más acorralados por la invasión de sus tierras. 5- Que la vida de todos ha sido trastocada por esta emergencia sanitaria, que nos ha obligado a vivir en aislamiento. Una situación que ha generado mucho sufrimiento, miedo, angustia, tristeza. De nuevo, los más vulnerables son quienes han sufrido duramente las consecuencias: las personas enfermas, los ancianos que viven solos, las personas dependientes, las mujeres a cargo de sus hijos, los indígenas. PEDIMOS 1- Seguir luchando por un mundo en el que a nadie se le nieguen los derechos fundamentales de cualquier persona. Debemos luchar por un mundo sin pobreza, donde a nadie se deje atrás. Como bien nos recuerda Alejandro: “la vida misionera (…) es, sobre todo, comunión de vida, de costumbres, de cultura, de intereses comunes”. (CH.160) 2- Continuar con esa tarea de luchar por preservar el medio ambiente, generando conciencia e impulsando acciones y gestos que contribuyan al cuidado de la casa común. 3- Alentar la honestidad de nuestros dirigentes para que cumplan sus promesas, siendo nuestra labor el de ser defensores de la verdad y de la justicia. 4- Ejercer la “Denuncia Ambiental” para hacer valer nuestro derecho a que se respete y proteja el medio ambiente, para garantizar un futuro mejor para todos. 5- Buscar nuevas formas de estar cerca de quienes sufren, de acompañar a quienes están en duelo, de paliar la soledad, de transmitir cercanía y consuelo. Se trataría de recordar en palabras de Alejandro, que “nuestra misión principal es ser testigos de Alguien”. (CH.156) 6- Comprometer a los líderes sociales y religiosos en el conocimiento crítico de la realidad, el cuidado de la casa común y la defensa de la vida de los pueblos y culturas, a concretarse en cada una de las comunidades y pastorales de nuestra Sociedad e Iglesia. 7- Actuar como ciudadanos y creyentes en el Dios de la vida, en cada momento y situación dando testimonio de vida coherente, sobria, honesta, alejando todo tipo de explotación y maltrato con las personas con quienes vivimos y laboramos. En estos tiempos inciertos donde el futuro se nos presenta abierto, lleno de incógnitas y de retos, Alejandro nos sale al paso recordándonos que él también comprendió, “que debía despojarme del hombre viejo y revestirme más y más de Cristo” (CH.52). Es una invitación a dejarnos hacer y renovar por Cristo, a dejarnos guiar por su manera de acercarse a las personas. Este es el camino, este es el espíritu de Alejandro e Inés y este es nuestro compromiso para defender la vida. Y si aún nos queda alguna duda de lo que hoy nos diría Alejandro, esta última frase de su Crónica nos revela su talante vital y…: “Saludo con gran confianza en Dios esta nueva etapa de verdadera hermandad de pueblos en una civilización de amor, dentro de esta pequeña parcela amazónica del Padre”. (CH,236) Todos quienes hemos caminado en este Vicariato, los caminos que recorrieron Alejandro e Inés anunciando el Evangelio a los más pobres, nos comprometemos hoy a hacer de los pueblos mas pobres, explotados y marginados la opción fundamental de nuestra entrega.

Con Alejandro e Inés caminamos, solidariamente, por nuestra querida Amazonía.
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