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CRÓNICA DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL

DE RODOLFO ARTEAGA

Fue el día 20 de septiembre del año 2013. Día inolvidable.

Antes de la ordenación nuestro hermano Rodolfo se preparó con unos días de retiro en nuestra fraternidad de Portoviejo; le ayudaron las meditaciones del difunto cardenal de Milán Carlo María Martini contenidas en un libro titulado “Pruebas y consolaciones del sacerdote “.

Para ese día la fraternidad de Portoviejo buscó la forma de pintar de nuevo los exteriores de la Iglesia, la entrada, la puerta, arreglo de la sacristía y de la capilla penitencial…

Con la ayuda de laicos comprometidos de los distintos grupos se limpió a fondo la iglesia y se la decoró con mucho gusto para ese día.

El día anterior fueron viniendo algunos hermanos de las distintas fraternidades; qué lindo gesto fraterno venir de tan lejos para acompañar a Rodolfo; los que vivimos en la capital manabita intentamos darles la acogida que se merecen. Disculparán cualquier detalle que nos haya faltado.

El día de la ordenación la mitad de las personas que estaban en la iglesia vinieron de Playas, Quito e Ibarra; allí dejó buena huella nuestro hermano Rodolfo.

Presidió la eucaristía nuestro obispo capuchino Jesús Esteban Sádaba como siempre cercano y sencillo; le acompañó a su lado Vicente como viceprovincial y César Medina como guardián de Rodolfo en Guayacán. Alrededor de 20 sacerdotes estuvimos concelebrando en este día lleno de alegría. El coro del posnoviciado nos ayudó en la parte musical dándole un tono muy festivo a la liturgia.

Los primeros bancos de la iglesia los ocuparon la familia de Rodolfo; su madre y su padre, desde el cielo, no perdieron detalle de lo que vivimos.

La Palabra de Dios nos iluminó; ese día todos los presentes y sobre todo Rodolfo escuchó de boca de San Pablo dirigiéndose a Timoteo estas palabras llenas de luz: “Tú como hombre de Dios lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre…”

Rodolfo transmitió mucha serenidad y agradecimiento al final de la celebración. Se le veía el gozo palpable en su rostro. “Sacerdote del Señor para siempre”, fue el lema que apareció en el presbiterio. Que así sea con la fuerza del espíritu de Dios.

Destacó el buen hacer del guardián de Portoviejo, Roberto, el servicial ecónomo Jimmy y esa labor de hormiguitas de los nuevos postulantes (Carlos, Jonatan, Rodolfo, Miguel y Andrés) en distintas tareas prácticas. Gracias hermanos, por su aporte tan concreto y fraterno.

Después de la ordenación se ofreció una sencilla comida manabita a unas 300 personas en los patios cercanos a la entrada de la casa. Este espacio de la comida resultó ser un gran momento para poder saludar con mucha gente que había venido de los distintos lugares donde nuestro hermano Rodolfo había dejado huellas de sincera amistad. Algunos comentaban la belleza de la celebración, otros compartían la organización, otros decían que era la primera vez que asistían a una celebración de la ordenación sacerdotal. Y de esta manera se veía en todos los invitados una gran satisfacción el poder haber participado en esta celebración religiosa.

Agradecemos a todos los hermanos que se hicieron presentes en ese día tan significativo para la Viceprovincia Capuchina en Ecuador. Achka pakrachu.

 

Jesús Eugenio Jáuregui Arbizu

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