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EVIDENCIAS

 

Para el foro Flacso/17/03/10

 

Milagros Aguirre

 
 

 

evidencias

Hace cuatro años tuve la suerte de hacer un sobrevuelo para comprobar la presencia de campamentos madereros ilegales en el Yasuní. Ese día despejado no se me olvidará nunca. Pude ver, por casualidad, lo que acaban de ver en estas imágenes que compartimos hoy: una casa taromenani y algunas chacras, seis u ocho, de la que se alimentan varias familias. La casa estaba escondida entre la fronda. Era difícil verla, se camuflaba entre el verde. Era una casa típica de tiempos de guerra, sin patio, escondida. Lucía abandonada. Seguramente sus habitantes habían huido a buscar refugio en otro sitio. Dimos algunas vueltas sobre ella: angustia, impotencia, tristeza, emoción, una serie de sentimientos que resultan inexplicables. ¡La casa hallada no estaba en la Zona Intangible! Es más, ¡no estaba lejos de la vida colona y estaba muy cerquita del primer campamento maderero!

 

Haré un recuento de algunos hechos: en el 2003 murieron una veintena de personas, mujeres y niños. Nueve guerreros waorani, impulsados por los madereros y cumpliendo antiguas venganzas, dispararon, clavaron lanzas sobre ellos, cortaron la cabeza a uno de sus miembros y quemaron la casa. No pasó nada. A la sociedad ecuatoriana no se le movió un pelo.

 

En el 2005 murió Jhony España mientras cortaba un árbol. En el 2006, murió otro y otro se salvó. En el 2008, en Armadillo, río Rumiyacu, murió de la misma forma un hombre llamado Luis Castellanos. Y el año pasado, una mujer y dos niños fueron clavados por lanzas, cuando salían de su casa en Los Reyes/Unión 2000. He sido testigo del dolor y sufrimiento de esas familias. Escuché el relato de los niños que vieron morir a su madre y hermanos: los atacantes eran varios hombres, desnudos, todos con pelo largo, alguna mujer… un fuerte grito… cada uno con un par de enormes y pesadas lanzas. Tampoco pasó nada salvo la indiferencia. Han pasado siete meses y no se logrado ni siquiera una justa indemnización a la familia afectada.

 

Los dos últimos sucesos se dieron cerca al Armadillo, campo que ahora, se quiere explotar a toda costa poniendo en riesgo su vida y las de los demás.

 

Duele. Y duele más cuando en estos últimos días algunas personas del sector petrolero, y espero que algunas de ellas estén acá,  han  declarado públicamente que dudan de esas presencias y que dudan más porque están fuera de la Zona Intangible. Incluso dicen que, como no están en la Zona Intangible, no están obligados a cumplir con ninguna norma. Está escrito.  

 

Entendemos que se pueda dudar de si hay o no vida en Marte. Pero no entendemos que, a esta altura del partido, se ponga en tela de duda la existencia de estos pueblos en la amazonía ecuatoriana después de tanta violencia repetida. En todo caso para que no quede la menor duda hemos decidido hacer este foro hoy y mostrar algunas evidencias.

 

Es evidente que existen: están las casas y las chacras, como la que acaban de ver, y el mismo gobierno, a través de su Ministerio del Ambiente lo ha podido comprobar; están las lanzas; están las muertes que por supuesto no pueden hechos prefabricados como dijo el gerente de Petroamazonas  en un canal de televisión y en un periódico, porque sólo estos pueblos tienen como armas, las enormes y pesadas lanzas de chonta con un labrado tan particular como el de las clavadas en los últimos muertos. Esa hipótesis quedó plenamente descartada por el mismo gobierno, sus técnicos y ministros. También está escrito.

 

También es evidente que, desde hace veinte y tantos años han cambiado muchos gobiernos, hasta han podido cambiar los discursos y las constituciones e incorporar en ellos cosas sobre estos pueblos, pero hay cosas que no cambian:

 

Quienes manejaban el sector petrolero en los ochenta siguen manejándolo hoy en dia. Siguen ocultando la existencia de estos pueblos como lo negaban en los tiempos de Alejandro Labaka. Lo niegan sistemáticamente. Por eso los hemos llamado ocultados. Y siguen diciendo las mismas frases trilladas de entonces como que no se puede sacrificar el desarrollo del país por un grupo minúsculo de personas o que somos millonarios sentados sobre la riqueza petrolera a pesar de que hemos visto y comprobado hasta el hastío, sus consecuencias. De eso y de otras cosas puede dar fé don Jorge Viteri, que está acá, en el foro. A propósito les recomiendo su libro, Petróleo, lanzas y sangre.

 

Desde la academia, y también desde la prensa, pasa lo mismo. También se los oculta y se confunde todo. Se sigue diciendo que estos pueblos están aislados (como aislados están los wao, o los colonos de la zona, o los indígenas de Chimborazo o cualquier otro pueblo apartado y carente de servicios) y no solo eso, sino voluntariamente, es decir, se habla de ellos como si fueran un grupo de ermitaños. Y lo último, el término más novedoso: se dice que son pueblos libres… seguramente de puro libres y felices fabrican  lanzas para defender con ellas su territorio y su vida.

 

Estos pueblos están siendo acorralados sistemáticamente, violentados en todos sus derechos, ultrajados, no se reconocen sus territorios ni se les da ninguna posibilidad de supervivencia. Aunque los oculten, aunque se niegue su existencia, ahí están, ¡menos mal todavía están! a pesar del asedio, a pesar de que por sus ríos bajan todos nuestros vertidos, a pesar del petróleo y de la madera y sus consecuencias, a pesar de los contactos brutales que han tenido a lo largo de la historia.

 

Están las imágenes satelitales, las fotos aéreas, e incluso las coordenadas que, por supuesto, tienen, tanto los funcionarios del Ministerio del Ambiente como las propias compañías petroleras. Y están los testimonios de guías de turismo, de pobladores de las cercanías, de los mismos waorani, algunos de ellos que han ido en sendas expediciones hasta sus casas. De  eso les hablarán José Proaño y Luis Tonato, del proyecto Pueblos Ancestrales, Vicariato de Aguarico/Unión Europea, a quienes invitaré a pasar para que les muestren  las últimas evidencias encontradas este año de trabajo.

 

Ahora, al menos el grupo que conocemos de Armadillo, está entre la espada y la pared insistiremos una vez más: ¿Qué y quién va a  exigir a las compañías que actúan en la zona si, hasta ahora, no han cumplido ni siquiera el código de conducta que firmaron? ¿Qué alternativas proponen los funcionarios que insisten en la explotación sin tomar en cuenta su presencia? ¿Quién se hace responsable de lo que pueda pasar con ellos en un futuro cercano? Es el cuarto o quinto foro desde las muertes del 2003 que se realiza en Flacso. De ninguno ha salido nada. Ojalá de este saliera alguna respuesta concreta, algún compromiso, desde la ética, desde la justicia y desde los derechos humanos.

 

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